TRASTORNOS Y AFECCIONES MENTALES EN EL ÁMBITO LABORAL: Impacto y señales de advertencia

Nota Aclaratoria:

Este documento tiene un propósito estrictamente informativo y no debe ser considerado como un reemplazo de la evaluación, diagnóstico o tratamiento proporcionado por un profesional experto en salud mental. La información contenida en este documento se basa en conocimientos generales y puede no ser aplicable a situaciones individuales específicas.

Si tiene inquietudes o preguntas relacionadas con su salud mental, le recomendamos consultar a un profesional idóneo. En la sección VI encontrarás recursos de instituciones, organizaciones y programas a los que puede recurrir en busca de apoyo u orientación.

Una organización informada, sensibilizada y comprometida con la salud mental, estará preparada para dotar a su personal, pero en especial a los gerentes y líderes de las empresas, con herramientas para identificar oportunamente el malestar y/o trastornos mentales en sus colaboradores.

Esto es fundamental por varias razones:

  • Permite una detección temprana: Los líderes de equipo y los pares están en una posición privilegiada para identificar signos tempranos de malestar, que permitirían intervenir a tiempo y prevenir mayor deterioro.
  • Abre la puerta a la ayuda: Identificar el malestar permite brindar el apoyo adecuado, sea esto en cambios organizacionales, adaptaciones para el desarrollo de las tareas, consejería o apoyo especializado.
  • Reduce el estigma: Conversaciones francas, honestas y basadas en la evidencia sobre la salud mental permiten crear entornos sensibles a las necesidades de salud mental del personal.
  • Productividad y desempeño: La intervención temprana permite evitar el deterioro de las personas en las distintas facetas de sus vidas, incluida la laboral. El acceso a un tratamiento efectivo ha mostrado ser crítico para incrementar la productividad laboral de una persona que enfrenta afecciones en su salud mental.(Hilton, Scuffham, Vecchio, & Whiteford, 2010)
  • Retención del talento: Las personas valoran positivamente la preocupación de sus empleadores por su bienestar, lo que tiende a revertir en compromiso, retención del talento y baja rotación laboral.
  • Prevención de crisis: La detección temprana permite prevenir situaciones de críticas que podrían tener impactos negativos en los colaboradores/as afectados, pero también en la organización como un sistema.

Tal como ha sido afirmado en la sección 3 de esta guía, la sensibilización y capacitación de las personas que componen una organización en temas de salud mental no solo beneficia a los empleados que enfrentan o pueden enfrentar una condición de salud mental, sino que también contribuye a un ambiente laboral más saludable, a la productividad y al éxito general de la empresa.

Entre subidas y bajadas: Diferencia entre malestar emocional y la presencia de un trastorno mental

No siempre es fácil diferenciar entre manifestaciones emocionales intensas, pero esperables y normales por ejemplo el profundo dolor ante la pérdida de un ser querido, sentirse estresado antes de realizar una presentación importante o sentir temor ante cambios laborales que podrían comprometer la permanencia en el empleo.

Del mismo modo, algunas personas pueden tener características en su personalidad que les hacen ser precavidos, ordenados, meticulosos o retraídos, sin que esto signifique que existe un trastorno mental.

No siempre es fácil trazar una línea divisoria entre lo que es una manifestación emocional esperable en una persona mentalmente saludable, de la manifestación de una enfermedad o afección mental.

Es por ello por lo que los profesionales de la salud mental tienden a pesar en la salud mental como en un continuo (First, 2022), en el que las líneas divisorias entre salud y enfermedad mental se basarán en criterios tales como la gravedad de los síntomas, la duración de estos y el nivel de afectación que tienen en la vida y actividades diarias de la persona que los padece.

Malestar emocional

El malestar emocional se refiere a las respuestas emocionales normales y temporales que las personas experimentan en diferentes situaciones de la vida. Puede incluir sentimientos de tristeza, ansiedad, enojo, frustración o estrés, y es una parte natural de la gama de emociones humanas.

Las emociones no son buenas ni malas en sí mismas, y son una parte necesaria de la subjetividad y los afectos humanos. Cada persona tendrá una relación única con sus emociones: hay tantas formas de experimentar emociones, como personas hay en el mundo (UNICEF, 2022).

Una clave para diferenciar una enfermedad mental de una situación de malestar emocional es que esta última generalmente es transitoria y suele ser una reacción comprensible ante desafíos, cambios o acontecimientos difíciles en la vida. Esto quiere decir que la reacción emocional suele tener vínculos con un desencadenante específico (Legg & Fitzgerald, 2021).

De manera general, una situación de malestar emocional en una persona mentalmente saludable es una respuesta adaptativa que en muchos casos puede ayudar a las personas a enfrentar, procesar y superar alguna situación, crisis o dificultad.

Folleto:

6 estrategias para mejorar su salud emocional. (NIH, 2009). ver

Videos:

Presencia de un Trastorno Mental:

Según la American Psychological Association (APA, 2013) un trastorno mental es un conjunto de síntomas y signos que indican una alteración significativa en cómo una persona piensa, siente o actúa. Estos síntomas, a su vez, reflejan un problema en los procesos mentales, biológicos o de desarrollo que sustentan el funcionamiento mental de la persona que lo presenta.

Los trastornos mentales suelen venir acompañados de un estrés importante o una limitación en la capacidad de participar en actividades familiares, sociales, académicas, laborales u otras actividades esenciales (Mayo Clinic, 2021).

No se considera un trastorno mental una respuesta común ante situaciones estresantes o pérdidas, como la muerte de un ser querido. Tampoco se considera trastorno mental un comportamiento socialmente inusual (político, religioso o sexual) o conflictos entre un individuo y la sociedad, a menos que estos sean el resultado de una disfunción en la persona como se describió anteriormente.

De manera general, los trastornos mentales son condiciones más graves y persistentes que afectan la salud mental y el funcionamiento cotidiano de varias esferas de sus vidas.

Estos trastornos implican síntomas y patrones de comportamiento que van más allá del malestar emocional temporal y que interfieren con la capacidad de una persona para llevar una vida normal y saludable. Los trastornos mentales pueden tener una variedad de causas, que incluyen factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos, y pueden requerir intervención y tratamiento profesional para manejarlos de manera efectiva.

Video:
Trastornos Mentales. (Secretaría de Salud México , 2019).

Diferencias

De forma muy resumida, la diferencia principal entre el malestar emocional y la presencia de un trastorno mental radica en la gravedad, la duración y el impacto en la vida diaria de una persona. El malestar emocional es común y temporal, mientras que los trastornos mentales son más persistentes y causan dificultades significativas en áreas como el trabajo, las relaciones, el autocuidado y la calidad de vida en general.

Los trastornos mentales también suelen requerir una intervención más profunda, que puede incluir terapia, medicación u otros enfoques de tratamiento.

En muchas ocasiones pude ser difícil diferenciar entre respuestas emocionales intensas y los síntomas que podrían indicar la conformación o presencia de un trastorno mental. Es por ello por lo que resulta importante destacar que, si bien el malestar emocional es parte normal de la experiencia humana, si alguien está experimentando síntomas persistentes, intensos o que afectan su capacidad para funcionar, es recomendable buscar ayuda profesional para determinar si podría tratarse de un trastorno mental que requiere atención y tratamiento especializado.

Infografía:

¿Necesito ayuda para mi salud mental? (National Institute of Mental Health, 2018). ver

Señales de alerta: 

Aunque cada trastorno o afección de salud mental tiene signos y síntomas muy característicos, de manera general hay algunas señales que indicarían la pertinencia de recibir una evaluación profesional.

Si la persona manifiesta sentir o padecer:

    • Cambios en la forma en que come o duerme.
    • Incapacidad para afrontar problemas o tareas cotidianas.
    • Sensación de desconexión o alejamiento de las actividades habituales.
    • Presencia de pensamientos extraños o mágicos.
    • Excesiva preocupación y ansiedad.
    • Sentimientos de tristeza, depresión o apatía prolongados.
    • Mencionar pensamientos sobre hacerse daño a sí mismo o a otros.
    • Uso abusivo de sustancias.
    • Cambios extremos en el estado de ánimo.
    • Gran cantidad de ira, hostilidad o comportamiento violento.

Del mismo modo, pueden ser señales de alerta la presencia de cambios súbitos en la persona que involucren:

  • Cambios en la personalidad: manifestaciones de malestar, tristeza, ansiedad, enojo, hostilidad, expresiones constantes de desvalorización o desesperanza.
  • Cambios en el comportamiento: disminución en la calidad del trabajo, cambios negativos en el rendimiento, ausencias o retrasos repetidos en tareas importantes, búsqueda constante de beneficios especiales, frecuentes conflictos interpersonales.
  • Cambios físicos: empeoramiento en la apariencia física y en el autocuidado, cambios significativos de peso, cansancio excesivo, alteraciones en el sueño, signos físicos de adicción (marcas, olor, etc.).
  • Otros cambios: quejas de usuarios y/o compañeros, instrucciones inadecuadas, ausencias sin justificación, problemas personales fuera del trabajo similares a los del trabajo, expresiones de preocupación por parte de compañeros y/o supervisores.

Adaptado de:

Salud Mental, ¿Qué es normal y que no? (Mayo Clinic, 2021)
El trabajador con problemas de salud mental. Pautas generales de detección, intervención y prevención (Mingote Adan, et al. 2011)

Infografía:

Indicadores de alerta: señales y síntomas de problemas de salud mental. (Lifeworks, 2021). ver

Trastornos mentales y afecciones emocionales de frecuente aparición en los sitios de trabajo

Según la OMS (2022) una de cada ocho personas en el mundo padece un trastorno mental, siendo los más comunes los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos, y cuya prevalencia aumentó en un 26% y 28% respectivamente como resultado de la pandemia.

Aunque existen formas de prevenir la aparición de los trastornos mentales, y opciones de tratamientos efectivos que permiten a las personas tener vidas plenas, a pesar de padecerlos, la mayoría de las personas no tienen acceso a estos mecanismos de atención.

Adicionalmente, muchas personas con trastornos mentales experimentan estigma, discriminación, violencia y vulneración de sus derechos humanos.

En un entorno de apoyo es fundamental para aquellas personas que lidian con trastornos mentales. Junto al acceso al tratamiento oportuno, el desarrollo y mantenimiento de relaciones de apoyo personales, familiares, laborales y sociales es clave para potenciar la recuperación y prevenir el deterioro significativo. (OMS, 2022).

En esta sección de la guía, realizaremos una breve revisión descriptiva de los trastornos mentales y afecciones emocionales que con mayor frecuencia pueden manifestarse en los colaboradores y en los entornos laborales.

Trastorno de Ansiedad: 

Sentir ansiedad de manera ocasional es parte de la vida y de manera general las personas desarrollan habilidades o estrategias para poder realizar sus actividades habituales a pesar de que esta sensación puede ser incómoda.

Cuando estas preocupaciones o miedos se tornan intensos, persistentes y excesivos, puede empezar a interferir en las actividades diarias (familiares, personales y laborales), generar prácticas evocativas (lugares y situaciones), combinarse con otros problemas de salud mental como la depresión, o intentar aliviarse a través del consumo de drogas y alcohol. En cualquiera de estos casos, la ayuda profesional puede ser de mucha utilidad. (Litin, 2018)

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por:

  • Miedo y preocupación excesivos.
  • Los síntomas son lo suficientemente graves para provocar angustia: una sensación difusa de que algo malo podría pasar, o de que se encuentra ante una amenaza desconocida, que puede llegar a ser paralizante.
  • Aparición de síntomas físicos tales como opresión o malestar torácico, taquicardia, palpitaciones, sensación de ahogo o de falta de aliento, sudoración, temblores, entre otros.

La ansiedad puede tener manifestaciones o síntomas diferenciados. Por ejemplo, puede haber una preocupación excesiva en torno a varias áreas de la vida de la persona, puede acompañarse o manifestarse a través de ataques de pánico, llevar a la persona a evitar situaciones sociales, entre otros. Estas manifestaciones distintas ayudan a los profesionales a identificar y diferenciar la forma en que se manifiesta el trastorno, a fin de proponer un curso de tratamiento eficaz para este.

Existen tratamientos psicológicos eficaces para el tratamiento de la ansiedad, y dependiendo de la edad y la gravedad, también se puede considerar la medicación.

¿Qué es y qué no es ansiedad?
EsNo es
  • Sensación incapacitante de inquietud o nerviosismo.
  • Preocupación excesiva sobre eventos futuros, que impide desenvolverse en las áreas importantes de la persona.
  • Presencia de pensamientos intrusivos, repetitivos y negativos que impiden el desarrollo de actividades cotidianas.
  • Presencia de síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores, entre otros, de gran intensidad y permanencia en el tiempo.
  • Extrema hipervigilancia y alerta constante.
  • Dificultad o incapacidad de concentrarse debido a la preocupación.
  • Desarrollo de estrategias evitativas de situaciones que generan ansiedad, aunque esto conlleve el sacrificio de aspectos significativos en la vida.
  • Preocuparse ocasionalmente por problemas normales.
  • Sentirse nervioso o emocionado antes de un evento importante.
  • Estrés en respuesta a desafíos temporales.
  • Estar alerta ante peligros reales.
  • Experimentar emoción antes de un cambio positivo.
  • Sentir nervioso antes o durante una presentación pública.
  • Inquietud breve en situaciones estresantes.
  • Reacciones normales de lucha o huida en momentos de peligro.
  • Sentirse emocionado antes de una aventura nueva.

Estudio de caso:

Juan es un hombre de 35 años que trabaja en una fábrica de procesamiento de pollos. Durante los últimos meses, ha estado experimentando síntomas de ansiedad que han empezado a afectar su desempeño laboral y su calidad de vida en general. Cada vez que se acerca la hora de ir al trabajo, Juan siente un nudo en el estómago y dificultad para dormir la noche anterior. Una vez en la fábrica, su corazón comienza a palpitar rápidamente y empieza a sudar profusamente.

Juan se siente abrumado por pensamientos constantes de que algo malo podría ocurrir en su trabajo. Siente que no puede relajarse ni concentrarse en sus tareas debido a la preocupación constante. A menudo teme que su rendimiento no sea suficiente y que los supervisores o sus compañeros lo critiquen. Estos pensamientos ansiosos interfieren en su capacidad para completar su trabajo de manera eficiente y para interactuar con sus colegas.

En ocasiones, Juan también experimenta ataques de pánico mientras está en la fábrica. Su corazón late con fuerza, le falta el aliento y siente que se va a morir. Estos ataques le hacen sentir aún más ansiedad y lo llevan a evitar ciertas áreas de la fábrica.

El trastorno de ansiedad de Juan está comenzando a afectar su vida personal y social. Ha dejado de participar en actividades que solía disfrutar y se siente aislado de sus amigos y familiares. Su rendimiento en el trabajo ha disminuido, y ha comenzado a faltar a algunos turnos debido a la ansiedad intensa que siente.

Ante esta situación, Juan recurre al departamento de RRHH de la empresa, y es referido a un terapeuta especializado en salud mental que lo evalúa y le brinda terapia cognitivo-conductual para aprender a gestionar sus pensamientos ansiosos y a enfrentar sus temores. Con el tiempo, y con el apoyo adecuado, Juan empieza a recuperar su confianza y a gestionar mejor su ansiedad, lo que le permite retomar su vida cotidiana y su trabajo en la fábrica de manera más positiva y saludable.

Trastornos del estado de ánimo: Depresión y trastorno bipolar: 

Depresión

La depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes en nuestros días. En los adultos se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.

A diferencia de las alteraciones usuales del estado del ánimo y de las respuestas emocionales a los problemas o desafíos cotidianos, en la depresión suelen presentarse síntomas intensos e incapacitantes durante la mayor parte del día, y que se prolongan en el tiempo dos o más semanas. Dentro de estos síntomas se encuentran:

  • Estado de ánimo caracterizado por la tristeza, irritabilidad y sensación de vacío.
  • Pérdida del disfrute o del interés en actividades que solían ser gratificantes para la persona.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Sentimiento de culpa excesiva
  • Falta de esperanza hacia el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio.

Como algunos otros trastornos mentales, la depresión surge por una serie de factores genéticos, biológicos, psicosociales y ambientales; aunque en ocasiones puede producirse sin ninguna causa obvia. Muchas veces, los episodios depresivos pueden ser precipitados por cambios bruscos e importantes en la vida de las personas, tales como el trauma, el estrés, las pérdidas o los estresores ambientales. (APA, s.f.)

La depresión, cuando es crónica y recurrente, puede dificultar profundamente el desempeño en diferentes áreas de la vida de quien la padece, incluyendo el desempeño laboral, familiar y social. En sus formas y estadios más graves, puede llevar al suicidio. (OMS, 2020).

Afortunadamente la depresión puede ser diagnosticada de manera fiable, y mejorar con tratamiento. Si es leve, puede ser tratada sin medicamentos, y generando cambios en el estilo de vida de las personas. Cuando es moderada o grave, puede necesitar de medicamentos y ayuda psicoterapéutica.

Del mismo modo, está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión, y hacen más fácil que las personas afectadas puedan solicitar ayuda. (OMS, 2020).

¿Qué es y qué no es depresión?
EsNo es
  • Un trastorno mental grave que afecta el estado de ánimo y la capacidad para disfrutar de la vida.
  • Sentimientos persistentes de tristeza, vacío o desesperanza, que se presentan la mayor parte del día, durante varios días.
  • Pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras.
  • Cambios drásticos y pronunciados en el apetito, en el peso y en el deseo sexual.
  • Fatiga y falta de energía constantes.
  • Dificultad pronunciada para concentrarse y tomar decisiones.
  • Sentimientos de culpa o inutilidad profundos y dolorosos.
  • Pensamientos de suicidio o autolesiones.
  • Aislamiento social y evitación de actividades sociales.
  • Sentirse triste o adolorido ante un evento negativo.
  • Sentirse triste de vez en cuando debido a eventos normales de la vida.
  • Experimentar altibajos emocionales temporales.
  • Tener momentos de preocupación o estrés.
  • Sentirse cansado después de un día largo o poco productivo.
  • Pasar por fases de baja energía debido al cansancio.
  • Tener días en los que no se tiene mucho apetito, o no se desea tener actividad sexual.
  • No estar interesado en una actividad ocasional.
  • Experimentar momentos de autocuestionamiento o de introspección.
  • Preferir pasar tiempo solo de vez en cuando.

Estudio de caso:

María, de 30 años, es una empleada de una entidad bancaria, con cinco años de trabajo ininterrumpido en esa empresa. En los últimos meses, sus colegas han notado un cambio notable en su comportamiento y estado de ánimo. María solía ser extrovertida, entusiasta y participativa en el ambiente laboral, pero últimamente se la ve retraída y apática.

Su rendimiento en el trabajo ha disminuido significativamente. Antes era conocida por su eficiencia y precisión en las tareas, pero ahora comete errores frecuentes y se le dificulta concentrarse. Ha comenzado a faltar más a menudo, alegando enfermedad, lo que ha generado preocupación entre sus compañeros.

Un día, una de sus colegas más cercanas notó que María estaba particularmente abatida y la encontró llorando en el baño. Al hablar con ella, María confesó que ha estado sintiéndose triste y sin energía durante mucho tiempo, incluso evita jugar con sus hijos pues no siente energía para ello. María mencionó que le cuesta salir de cama por las mañanas, no quiere comer, y a veces siente un “hueco en el corazón”, como si la vida no tuviera sentido.

La colega, consciente de la importancia de la salud mental y preocupada por María, le sugirió hablar con su supervisora y pedir ayuda. Su supervisora le contó de los recursos que la empresa tenía disponibles para el cuidado de la salud mental, incluyendo la posibilidad de tomar días de licencia por enfermedad si lo consideraba necesario. También la alentaron a buscar ayuda profesional para abordar sus sentimientos de tristeza y apatía.

María aceptó la oferta de ayuda y comenzó a asistir a terapia con un profesional de salud mental. A medida que trabajaba en su tratamiento, la empresa le brindó flexibilidad en su horario para permitirle asistir a sus sesiones. Con el tiempo, y con el apoyo adecuado, María comenzó a experimentar mejoras en su estado de ánimo y en su rendimiento laboral.

Trastorno bipolar:

El trastorno bipolar (antiguamente llamada enfermedad maniacodepresiva) es una afección caracterizada por la experimentación de episodios alternados de episodios depresivos con períodos de síntomas maníacos, o con formas de manía menos pronunciados (hipomanía).

Cuando la persona atraviesa los episodios depresivos, suele presenta un estado de ánimo deprimido caracterizado por la tristeza, irritabilidad y sensación de vacío, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba y sensación de falta de energía la mayor parte del día, casi todos los días.

Cuando la persona experimenta síntomas maníacos o hipomaníacos, suelen mostrarse eufóricas, irritables, con un pensamiento acelerado, mostrar una autoestima sobrevalorada, alto nivel de actividad, poco interés en dormir, distraídos y con comportamientos evidentemente impulsivos e imprudentes en áreas como el juego, la sexualidad, las compras o los emprendimientos de negocios extremadamente arriesgados.

Los episodios tienen duraciones variables de persona en persona. Algunas personas pueden atravesar ciclos que duran unas pocas semanas y otras, ciclos que pueden contarse en meses. Algunas personas pueden tener pocos episodios, muy espaciados entre sí, a lo largo de su vida; otras pueden tener varios durante el año.

Muchos pacientes que presentan este trastorno, en especial durante los episodios con sintomatología maniaca, no sienten que haya algún problema en ellos, y pueden sentirse atacados o perseguidos cuando se les expresa preocupación por su situación o conducta, por lo que puede ser complejo su abordaje y tratamiento. También es sabido que las personas que sufren trastorno bipolar son 15 veces más propensas de morir por suicidio que la población general.

Aunque el trastorno bipolar es una enfermedad grave, que en ocasiones suele requerir ingreso hospitalario, es un trastorno que tiene tratamiento. El tratamiento del trastorno bipolar suele consistir principalmente en fármacos que ayudan a estabilizar el estado de ánimo, aunque es usual que los médicos tratantes incluyan otros medicamentos para atender otros síntomas del paciente.

Paralelamente, muchos pacientes se benefician de recibir psicoterapia individual y familiar, y de participar en programas educativos y de apoyo que les involucran tanto a ellos y ellas como a sus familias.

Estos programas tienen como objetivo fortalecer la importancia de seguir el tratamiento farmacológico tal como lo prescribe el médico. La adecuada adherencia al tratamiento es esencial, ya que sin ella, el trastorno tiende a reaparecer en la mayoría de los casos. Además, algunos enfoques se centran en empoderar tanto al paciente como a su familia, brindándoles herramientas para identificar los síntomas desde su inicio y prevenir el deterioro mental. Esto incluye la prevención del aumento en el consumo de sustancias y la reducción del aislamiento social.

¿Qué es y qué no es el trastorno bipolar?
EsNo es

·        Un trastorno mental grave caracterizado por cambios extremos en el estado de ánimo, que van desde episodios de euforia o manía hasta episodios de depresión.

·        Un trastorno que Incluye al menos un episodio de manía o hipomanía y uno o más episodios depresivos.

·        Los episodios maníacos se caracterizan por un aumento significativo en la energía, la autoestima inflada, la impulsividad y la falta de necesidad de sueño.

·        Los episodios depresivos presentan síntomas similares a la depresión mayor, como tristeza profunda, falta de interés en actividades y problemas de concentración.

·        Puede afectar la vida diaria y las relaciones de quienes lo padecen.

·        Un trastorno asociado a un alto riesgo de muerte por suicidio.

·        Sentir altibajos emocionales normales que son una parte natural de la vida.

·        Cambiar bruscamente de opinión sobre un tema o situación.

·        Experimentar emociones variadas en respuesta a eventos cotidianos.

·        Cambiar de humor ocasionalmente sin que interfiera significativamente en la vida diaria.

·        Sentir emociones agradables o desagradables en diferentes momentos, sin llegar a los extremos de la manía y la depresión.

·        Experimentar oscilaciones emocionales, sin que estas representen un cambio drástico y persistente en el estado de ánimo.

Estudio de caso:

Daniel, un joven recién graduado de la universidad, estaba emocionado por comenzar su primer empleo en una empresa dentro del departamento de Tecnologías de la Información (IT). Era conocido por ser callado pero amable, y sus compañeros de trabajo rápidamente notaron su disposición y habilidades técnicas.

Sin embargo, unos meses después de unirse a la empresa, Daniel comenzó a experimentar cambios notables en su comportamiento. Pasó de ser tranquilo a extremadamente enérgico y hablador durante ciertos períodos. Durante estos episodios, trabajaba incansablemente en proyectos, generando ideas y tomando decisiones de manera impulsiva. Parecía que no necesitaba dormir, no paraba de hablar y en las juntas se mostraban imprudente, y en ocasiones irrespetuoso. Parecía que era incapaz de medir su comportamiento.

En contraste, Daniel también pasaba por períodos de profunda tristeza y desesperanza. Se volvía retraído, tenía dificultades para concentrarse y perdía interés en su trabajo. La aparición de estos síntomas alertó a sus compañeros, quienes notaron el cambio drástico en su comportamiento.

Preocupados por su bienestar, sus colegas se acercaron a él con delicadeza y le sugirieron buscar ayuda profesional. Aunque al principio dudó, pues creía que sus compañeros conspiraban contra él, Daniel finalmente accedió a pedir a sus padres que lo recogieran de la oficina un día que estaba pasándola especialmente mal.

Sus padres le llevaron al médico, y este decidió hospitalizarlo. Daniel tomó una licencia de 15 días por incapacidad para recibir su tratamiento y apoyo necesario para manejar su situación de salud. El departamento de RRHH se comunicó con él al finalizar su hospitalización, y con su autorización, trabajó en estrecha colaboración con su terapeuta y médico para encontrar la forma de apoyar su reingreso.

A medida que mejoraba, Daniel negoció un regreso gradual a su puesto de trabajo, comenzando con medio tiempo para evitar el exceso de estrés y la presión en lo que lograban retomar el ritmo.

Daniel reconoció sentirse avergonzado por los episodios que vivió en el trabajo, pero para su sorpresa, cuando volvió, su equipo de trabajo lo recibió con los brazos abiertos. Le expresaron lo mucho que lo habían extrañado y lo apoyaron en su proceso de recuperación. La empresa también mostró comprensión y flexibilidad al acomodar sus necesidades durante su regreso.

Daniel ha logrado progresivamente retomar cierto balance en su vida, aunque aún sigue trabajando en aceptar la necesidad de tomar de forma constante sus medicamentos. Para ello, asiste semanalmente a sesiones en la Caja de Seguro Social, participando en un grupo con otros pacientes que también tienen trastorno bipolar, en donde aprende junto a estos, a vivir con su trastorno a través de la aceptación y la educación. Sus jefes le han dicho que se sienten felices de poder ayudarlo, y facilitarle tiempo para asistir a sus sesiones.

Trastornos por estrés, estrés agudo y estrés post-traumático:

El estrés es una reacción psicológica y fisiológica normal a las exigencias de la vida, y la presencia de ciertos niveles de estrés no son negativos en sí mismos.

De hecho, un poco de estrés puede ser beneficioso para movilizar energía y para motivarnos a hacer cosas importantes en nuestra vida, de la mejor manera posible.  A ese estrés bueno se le conoce como eutrés, y aparece ante retos, desafíos o incluso ante situaciones que podrían ser amenazantes, pero que al superarlas dejan en las personas una sensación de logro y satisfacción. Por ejemplo, suele aparecer al hacer deporte, al exigirse atención al detalle en una asignación o al buscar alcanzar una meta significativa.

Básicamente, el cerebro entiende estos retos como “amenazas”, y le envía “señales de alarma” a nuestro cuerpo para que pueda enfrentarlas a través de mecanismos fisiológicos que le preparan para el desafío. Una vez superada esta amenaza, el cuerpo regresa a su estado normal o de reposo.

Desafortunadamente, la vida moderna se encuentra llena de exigencias, frustraciones, límites y horarios que son interpretados por el cerebro como amenazas, y que impiden que este mecanismo de “alarma” cese.

Este estrés negativo (también conocido como distrés), cuando es sostenido por mucho tiempo empieza generar daños emocionales y físicos, afectando no solo la salud mental, sino también debilitando el sistema inmunológico, haciéndonos más vulnerables a enfermar, y en algunos casos, afectando otros sistemas fisiológicos como el cardiovascular y la presión arterial.

Del mismo modo, el estrés se relaciona con baja productividad laboral, problemas de concentración, memoria y la aparición de otros trastornos mentales

Si a pesar de realizar actividades de higiene mental, y tener hábitos saludables, la sensación de estrés no disminuye, o si experimenta síntomas físicos tales como dolor en el pecho, dificultad para respirar, dolor sostenido en la espalda, hombros o mandíbula, puede ser beneficioso consultar a un profesional.

Folleto:

Formas de ayudar a los empleados que pueden estar sobrecargados o estresados. (Telus Health, 2022) ver

Trastorno por estrés agudo

El trastorno por estrés agudo es una reacción intensa que ocurre poco después de un evento traumático, durando menos de un mes. Si persiste más tiempo, se considera trastorno de estrés postraumático.

Puede surgir tras vivir o presenciar eventos aterradores, que pudieron vivir de forma directa (por ejemplo, enfrentar un peligro o riesgo de sufrir daño o morir), o bien de forma indirecta (al ser testigo de un acontecimiento, o enterarse de algo que ha sucedido a personas cercanas o incluso desconocidos).

Las personas pueden revivir mentalmente la situación traumática, evitar lugares o situaciones que les hagan revivir el trauma y sentir intensos síntomas de ansiedad, aunque se encuentren ya fuera de peligro.

Los síntomas más graves pueden incluir desconexión emocional (no sentir nada) y sentirse desconectadas de sí mismas. La probabilidad de desarrollar este trastorno es mayor con eventos más graves o recurrentes.

Trastorno por estrés post traumático

El trastorno por estrés postraumático (TEPT) se produce después de la exposición a un evento traumático, extremadamente amenazante u horrible.

Se caracteriza por reacciones intensas y disfuncionales tales como volver a experimentar el suceso o sucesos traumáticos en el presente a través de recuerdos intrusivos, escenas retrospectivas (flashbacks) y/o pesadillas, que se prolongan a más de un mes de haber sufrido la experiencia traumática.

Es común que las personas afectadas por este trastorno eviten actividades, situaciones o personas que le recuerden el suceso o los sucesos traumáticos, y que las personas sientan la amenaza como actual.

El TEPT es muy común en personas que han sufrido experiencias de guerra o combate, pero también de aquellas que han sobrevivido a agresiones sexuales o desastres naturales.  Este trastorno también puede aparecer en personas que trabajan con víctimas de este tipo de situaciones, a lo que se le llama trauma vicario.

Se estima que 9% de la población desarrollará en algún momento de su vida estrés post traumático. Aunque el TEPT puede persistir por muchos años, algunas personas experimentarán reducción o desaparición de los síntomas de manera gradual, con el tiempo, incluso sin recibir tratamiento; no obstante, otras personas sufrirán incapacidad grave debido a los síntomas asociados a este trastorno.

El tratamiento puede incluir psicoterapia y terapia con fármacos.

Fuentes:

Mayo Clinic Family Healthbook. (Litin, 2018)
Cómo encontrar su balance: En el trabajo y en el hogar. (MHA, 2020)
Trastorno por estrés agudo (Barnhill, 2020)

Folleto:

¿Qué es el trastorno por estrés postraumático? (Instituto Nacional de la Salud Mental, 2020). ver

¿Qué es y qué no es un trastorno por estrés agudo o postraumático?
EsNo es
  • Un trastorno mental que surge después de haber experimentado de forma directa o indirecta un evento traumático, catastrófico o abrumador.
  • Se caracteriza por reacciones intensas y disfuncionales, como revivir el trauma, pesadillas y evitación de situaciones que recuerden la experiencia.
  • Puede ser causado por eventos que amenazan la vida, causan lesiones graves o provocan sentimientos de miedo, desamparo u horror.
  • Afecta el bienestar general y la calidad de vida de la persona.
  • El nivel de deterioro y la sintomatología puede requerir tratamiento, como psicoterapia y en algunos casos, medicamentos.
  • En el caso del estrés post traumático, los síntomas se prolongan más allá

·        Sentirse triste o adolorido ante un evento negativo, o ante el recuerdo de estos.

·        Sentir estrés y ansiedad ocasional en respuesta a situaciones difíciles.

·        Experimentar sentimientos pasajeros de dolor, ansiedad o vergüenza ante recuerdo de eventos pasados dolorosos.

·        Sentir emociones intensas después de un evento sin que interfieran en la vida diaria.

·        Sentirse inseguro, con dificultades para dormir o estar tranquilo durante las horas o los días inmediatamente siguientes a vivir una experiencia traumática.

·        Sentirse conmovido o afligido al conocer de una situación traumática sucedida a personas conocidas o incluso desconocidas.

·        No es simplemente una reacción normal al estrés, sino una respuesta persistente y disfuncional que se prolonga en el tiempo.

Estudio de Caso:

Carlos es un hombre de 48 años que trabaja como operador en una estación de combustible. Durante un turno nocturno, mientras estaba solo en la estación, sufrió un asalto a mano armada. Carlos conocía el procedimiento que debía realizar en estos casos, y lo siguió a pesar de estar muy asustado. Aunque nadie resultó herido físicamente, la experiencia dejó una profunda marca en su mente.

Después del asalto, Carlos comenzó a experimentar síntomas intensos de estrés agudo. Por las noches, tenía pesadillas vívidas en las que revivía el asalto una y otra vez. Durante el día, sentía una constante sensación de ansiedad y tensión. Incluso pequeños ruidos o movimientos inesperados lo hacían sobresaltarse y sentir una oleada de miedo.

Carlos evitaba ir a trabajar en el turno nocturno y temía enfrentarse a la misma situación nuevamente. Cuando veía personas que se asemejaban al asaltante, su corazón comenzaba a latir rápidamente y sentía que le faltaba el aire. Se volvió hiper vigilante, siempre alerta a cualquier signo de peligro.

El estrés agudo que Carlos experimentaba afectó su vida en general. Tuvo dificultades para dormir y su concentración en el trabajo se vio gravemente afectada. También evitaba lugares oscuros o solitarios. Empezó a sentir temor a ser asaltado cuando viajaba en el bus hacia su casa.

Carlos recordó que, durante su proceso de inducción en la estación de combustible, se le proporcionaron pautas sobre qué hacer en caso de emergencias, incluyendo entrenamiento en un protocolo a seguir en caso de asaltos. También se le informó sobre la disponibilidad de un programa de apoyo para empleados en situaciones difíciles. Con esta información en mente, Carlos se acercó a la trabajadora social del departamento de bienestar del empleado, y le contó lo que estaba sucediendo.

El apoyo profesional llegó, y Carlos aprendió estrategias de afrontamiento que le hicieron sentir poco a poco más seguro. Con el tiempo, aprendió a manejar la ansiedad, los recuerdos intrusivos y la hipervigilancia. Su capacidad para enfrentar gradualmente sus temores aumentó, lo que le permitió retomar su vida laboral y cotidiana con mayor confianza y resiliencia.

Esquizofrenia:

La esquizofrenia es una enfermedad mental grave caracterizada por la pérdida de contacto con la realidad (psicosis), alucinaciones, delirios, alteraciones del pensamiento y comportamiento, disminución de la expresión emocional y motivación, así como dificultades cognitivas y funcionales en la vida diaria, teniendo impacto directo en las relaciones familiares, sociales, laborales y en el autocuidado.

La esquizofrenia afecta a cerca del 1% de la población mundial. Es una enfermedad relativamente frecuente, si se compara con otras tales como el Alzheimer y la esclerosis múltiple, y afecta de forma similar a hombres y mujeres.

La esquizofrenia tiene síntomas que pueden ser categorizados en cuatro grupos:

Los síntomas positivos, que implican una distorsión en las funciones normales de pensamiento. Dentro de estos se incluyen los delirios (creencias falsas), alucinaciones (percepciones irreales, comúnmente auditivas), y pensamiento desorganizado.

Los síntomas negativos involucran una reducción en las funciones sociales o emocionales de la persona. Esto incluye la falta de expresión emocional, pobreza del habla, anhedonia (incapacidad para experimentar placer) y pérdida de interés en socializar con otras personas. Esos síntomas suelen acompañarse de pérdida de motivación, propósito o de objetivos vitales.

La desorganización, que puede manifestarse en trastornos del pensamiento y comportamiento extravagante. El lenguaje puede verse, desorganizado, incoherente o incomprensible; y conductualmente mostrarse agitado, claramente inapropiado, o bien extremadamente rígido. Es frecuente el descuido en la higiene, y el deterioro cognitivo que afecta la concentración, memoria, planificación y capacidad de resolución de problemas.

El tratamiento de la esquizofrenia implica una combinación de terapias y procesos de apoyo familiar, personal, laboral y social. Los medicamentos antipsicóticos son fundamentales para controlar los síntomas. La psicoterapia, en especial las cognitivo-conductual y las conductuales, pueden ayudar a manejar los pensamientos y comportamientos disfuncionales. La rehabilitación psicosocial, que incluye la enseñanza de habilidades para la vida diaria y el trabajo, es crucial para la recuperación. La psicoeducación proporciona información a las familias y pacientes sobre la enfermedad y el tratamiento. Lo grupos de autoayuda también son espacios importantes para desarrollar habilidades y prevenir el aislamiento social.

El tratamiento temprano mejora los resultados y el cumplimiento del tratamiento farmacológico es crucial. Una intervención integral e interdisciplinaria, y el apoyo adecuado pueden ayudar a las personas a vivir una vida más funcional y satisfactoria.

Esquizofrenia y violencia:

A menudo, existe una percepción errónea sobre la relación entre la esquizofrenia y la violencia. Contrario a lo que podría pensarse, las personas que padecen esquizofrenia presentan un ligero aumento en el riesgo de comportamiento violento, usualmente caracterizado por amenazas y arrebatos agresivos menores, y no por comportamientos extremadamente peligrosos. El riesgo de conducta violenta puede ser más relevante en pacientes que consumen alcohol o drogas recreativas, que presentan delirios de persecución, con alucinaciones cuyos contenidos son de naturaleza violenta y aquellos que no siguen su régimen de medicación prescrita. No obstante, incluso considerando estos factores de riesgo, predecir con precisión si una persona específica con esquizofrenia llevará a cabo un acto violento resulta una tarea difícil para los profesionales.

Quizás donde se encuentre el mayor riesgo de violencia de las personas que viven con esquizofrenia es en el riesgo a hacerse daños a sí mismos/as. Se estima que entre el 5 y el 6% de las personas con esquizofrenia mueren por suicidio, mientras que alrededor del 20% intentará algún acto suicida durante su vida. El suicidio se erige como la causa principal de muerte prematura entre las personas jóvenes afectadas por la esquizofrenia, contribuyendo a la reducción del promedio de vida entre 10 y 20 años.

¿Qué es y qué no es la esquizofrenia?
EsNo es
  • Un trastorno mental grave que se caracteriza por la presencia de episodios de psicosis, la presencia de alucinaciones (percepción de cosas que no están presentes), delirios (creencias falsas o claramente irracionales) y pensamiento desorganizado; y de síntomas que implican la reducción de funciones o características tales como la expresión emocional, la incapacidad de sentir placer, la pobreza del habla y la falta de motivación.
  • Un trastorno altamente incapacitante, duradero y crónico, que genera deterioro significativo en las capacidades cognitivas tales como la concentración, memoria, toma de decisiones y resolución de problemas.
  • Un trastorno que requiere de una intervención multidisciplinaria, que reposa sobre el acceso y adherencia al tratamiento, el apoyo y la rehabilitación personal, social y laboral.

·        Tener episodios de explosividad o violencia aislados, en respuesta a situaciones ambientales.

·        Tener creencias religiosas, espirituales o poco convencionales, pero que no son rígidas, inflexibles ni interfieren con la vida diaria.

·        Tener experiencias de desorganización del pensamiento o habilidades cognitivas debido a situaciones de estrés o agotamiento.

·        Tener alucinaciones, pensamiento o lenguaje desorganizado cuando se está bajo el efecto de sustancias psicoactivas.

·        Tener experiencias místicas, espirituales, de trascendencia o de profunda conexión con lo divino, cuando estas son transitorias, culturalmente relevantes, ligadas a un contexto determinado (meditación profunda, oración, eventos religiosos) generadoras de bienestar subjetivo, y que no se convierten en elementos disruptivos para la vida de la persona.

Estudio de caso: 

Susana, una joven de 23 años, vivió una adolescencia relativamente normal hasta que, a los 18 años, experimentó su primer brote de esquizofrenia. Justo cuando se encontraba en su último trimestre de secundaria, comenzó a mostrar signos de desconfianza extrema. Desarrolló creencias delirantes, convencida de que la gente estaba conspirando para hacerle daño o envenenarla. Incluso llegó a pensar que sus maestros tenían la capacidad de leer sus pensamientos, lo que aumentó su sensación de aislamiento y temor.

El rendimiento académico de Susana se vio afectado por los síntomas emergentes de la esquizofrenia. A pesar de su dedicación, tuvo que completar sus estudios por módulos y perdió la oportunidad de ingresar a la universidad, un objetivo que había estado esperando durante toda su vida escolar.

Después de su diagnóstico, Susana se embarcó en un camino de control médico y terapia. A lo largo de cuatro años, mantuvo su adherencia al tratamiento y la terapia, lo que resultó en una estabilidad general. Su familia y ella participan en grupos de autoayuda, que les permiten conocer mejor el tratamiento, identificar síntomas que preceden una crisis, y a evitar el aislamiento social.

A través de los grupos de autoayuda, Susana conoció de un programa de habilitación laboral diseñado para personas con diversas discapacidades, incluidas las enfermedades mentales, al que decidió ingresar. Durante su entrenamiento le resultaba difícil socializar, pero demostró ser una estudiante meticulosa y enfocada en los detalles.

El centro en el que estudió colabora con una cadena de restaurantes que ofrece oportunidades laborales a personas con discapacidades, y recientemente han abierto su alcance para incluir a personas que viven con enfermedad mental crónica.

El centro llevó a cabo una evaluación minuciosa de las habilidades de Susana, considerando su independencia y adaptabilidad. Cruzaron sus habilidades con las descripciones de trabajo disponibles en la empresa. Como resultado, fue asignada a tareas de limpieza y mantenimiento de los equipos de cocina en uno de los restaurantes asociados.

Los líderes de este proyecto han identificado que además de la selección y acompañamiento inicial de las personas que viven con esquizofrenia, es importante realizar procesos de capacitación para los demás colaboradores, que suelen transitar del miedo o rechazo debido a los estereotipos existentes, a una actitud más receptiva y respetuosa una vez conocen un poco más de esta enfermedad.

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Las síntesis de estos trastornos son adaptaciones de las siguientes fuentes:

Elmer Valverde Alfaro, (2015)

Manual Merck online. Versión para público general.

Otras situaciones de salud mental de importancia en el contexto laboral

 

Estrés laboral crónico y síndrome de Burn-Out: 

Entendemos el estrés como un conjunto de reacciones físicas y psicológicas que preparan al organismo para hacer frente a situaciones que perciben como desafiantes, amenazadoras y abrumadoras. En términos prácticos, el estrés es un complejo sistema biológico de respuesta necesario para la supervivencia (Torrades, 2007).

En la respuesta natural al estrés, los organismos que enfrentan lo que perciben como una amenaza pasan por tres fases (Selye, 1951)

Fase de Alarma: Esta etapa ocurre cuando una persona se enfrenta a una situación nueva o desafiante que se percibe como una amenaza. En respuesta, el cuerpo se activa involuntariamente a través del sistema endocrino, liberando hormonas clave como adrenalina, noradrenalina y cortisol. Estos cambios hormonales se manifiestan en alteraciones emocionales, ritmo cardíaco, respiración, tensión muscular y en la musculatura. Estos cambios permiten afrontar la situación, ya sea enfrentándola o escapando de ella. Una vez que la situación se resuelve, el cuerpo regresa a su estado normal.

Fase de Resistencia: Esta fase se presenta cuando el estado de alarma se mantiene durante un período prolongado o se repite frecuentemente. El organismo se adapta emitiendo más hormonas para mantener la respuesta de lucha o huida. Sin embargo, con el tiempo, los síntomas de fatiga se hacen presentes. Los síntomas más comunes incluyen dolores de cabeza, fatiga, contracturas musculares, problemas de memoria, irritabilidad y alteraciones en el sueño. A nivel emocional y psicológico, pueden aparecer sentimientos de ahogamiento, fracaso y pesimismo, junto con cambios conductuales como agitación y alteraciones en los hábitos alimentarios.

Fase de Agotamiento: En esta etapa, el organismo ha agotado sus recursos de resistencia frente a una exposición prolongada a la alarma o a situaciones repetitivas que generan alarma. Esto debilita el sistema inmunológico, afecta el sistema circulatorio aumentando el riesgo de eventos cardiovasculares, y puede aumentar la propensión a trastornos de pánico, ansiedad u otras afectaciones de salud general.

El estrés laboral crónico: 

El estrés laboral crónico se manifiesta como una respuesta física y emocional negativa cuando las exigencias del trabajo superan las capacidades, recursos y necesidades del individuo. En el actual escenario laboral, caracterizado por la globalización y la inestabilidad, muchos profesionales enfrentan frustración y una alta tensión emocional, lo que incrementa los niveles de estrés y el desgaste profesional, también conocido como síndrome de burnout.

El concepto de estrés laboral se refiere a las reacciones físicas y emocionales perjudiciales que surgen cuando las demandas laborales no se corresponden con las habilidades, los recursos o las necesidades del trabajador o trabajadora (Rodriguez Carvajal & Rivas Hermosilla, 2011). Este tipo de estrés se manifiesta a través de tres aspectos principales:

  1. Agotamiento emocional: La persona experimenta una fatiga física, emocional o una combinación de ambas. Esto suele ir acompañado de la sensación de que no se puede dar más de sí mismo a los demás, o a la organización.
  2. Despersonalización: Se desarrollan sentimientos, actitudes y conductas negativas, distantes y frías hacia otras personas en el entorno laboral, como colegas o clientes. Estos sentimientos a menudo van de la mano con un aumento en la irritabilidad y una disminución general en la motivación.
  3. Sentimiento de baja realización personal: El individuo se siente profundamente desilusionado y no logra encontrar sentido en su actividad laboral. Esto puede llevar a evitar el trabajo, ausentismo, impuntualidad o incluso al abandono del empleo.

El estrés laboral crónico se desarrolla en diversas fases que progresan gradualmente en el individuo. Inicialmente, ante el enfrentamiento a estresores laborales, surge una fase de entusiasmo. Si la alarma no cesa, esta fase es seguida por un período de estancamiento. A continuación, esta fase de estancamiento evoluciona hacia momentos de frustración y ansiedad, desembocando finalmente en la etapa de apatía y desgaste que caracteriza al síndrome de burnout.

Aunque las causas que contribuyen al desarrollo del síndrome de estrés laboral crónico varían, las más comunes incluyen: (ISEP, 2020; Mayo Clinic, 2020; Alarcon, 2011)

  1. Sobrecarga de responsabilidad y una excesiva demanda de energía o compromiso emocional con el trabajo, pocos recursos y baja capacidad adaptativa de la organización.
  2. Conflictos laborales, ambigüedad en las funciones y sobrecarga de roles en el entorno laboral.
  3. Falta de control, e imposibilidad de influir en las decisiones que afectan el trabajo tales como horarios, carga y distribución de las tareas.
  4. Falta de liderazgo, autonomía, retroalimentación y apoyo social en el trabajo.
  5. Dinámicas disfuncionales en el lugar de trabajo, tales como prácticas abusivas, acoso, desautorización y micro gestión.
  6. Extremos de actividad, tanto en trabajos extremadamente monótonos como en posiciones con ritmos caóticos de trabajo.
  7. Falta de apoyo social o aislamiento, tanto laboral como en la vida personal.
  8. Desequilibrio entre la vida personal y vida profesional, en la que el trabajo requiere tanto esfuerzo que se es incapaz de pasar tiempo con la familia o amigos.
  9. En algunos sectores o profesiones, la presencia de marcadas actitudes idealistas, compromiso con la misión de la organización e ideas utópicas sobre la misión, pueden llevar al desgaste por burnout.
  10. En algunas personas, la presencia de rasgos de personalidad caracterizada por perfeccionismo, alta empatía o competitividad, pueden asociarse a la aparición de desgaste emocional.

Las repercusiones del estrés y el burnout abarcan diversas áreas, impactando la salud individual, pero también el desempeño laboral, las relaciones interpersonales y la organización en sí.

A nivel individual, está muy probada la relación entre el estrés y factores de riesgo como accidentes cerebrovasculares y problemas cardiovasculares (Rodriguez Carvajal & Rivas Hermosilla, 2011).

Aunque no todas las personas reaccionarán igual al estrés laboral crónico, es común encontrar síntomas tales como:

  • Sensación de malestar y agobio mental y emocional.
  • Fatiga persistente que reduce la energía y capacidad de concentración.
  • Dificultades para conciliar el sueño e insomnio.
  • Experimentar emociones como tristeza, enojo o irritabilidad de manera más frecuente.
  • Posibilidad de desarrollar hábitos inadecuados como el consumo excesivo de alcohol y sustancias.
  • Mayor predisposición a padecer diabetes tipo 2 debido a los desequilibrios hormonales relacionados con el estrés crónico.
  • Vulnerabilidad aumentada a diversas enfermedades debido a la supresión del sistema inmunológico y el debilitamiento general de la salud.

A nivel organizacional, los efectos del síndrome del burnout generan consecuencias negativas para las empresas. No solo disminuye la productividad, sino que también aumenta el ausentismo y la posibilidad de accidentes laborales (Dewa, Bonato, Thanh , & Jacobs, 2014).

Igualmente, el ambiente de trabajo y la imagen de la organización pueden resultar afectados debido al distanciamiento social, los cambios de humor, la desmotivación, los sentimientos de frustración y la falta de realización de los empleados.

Estrategias de gestión desde la empresa: 

Aunque el estrés laboral puede ser una constante en los sitios de trabajo, las empresas y las personas que las componen pueden tomar medidas efectivas para gestionarlo, y prevenir de esta forma la aparición del burnout en las organizaciones.

Hallazgos demuestran que invertir en una mayor comprensión de las complejidades del estrés laboral puede incidir en la reducción de casos de burnout, en el ausentismo y en fortalecer el compromiso de los trabajadores con la organización (Hammond, Crowther, & Durmmond, 2018).

El primer paso para prevenir el burnout dentro de las organizaciones es crear un entorno de trabajo en donde las personas sean y se sientan valoradas, apreciadas y apoyadas (Smets, Visser, Oort, Schaufeli, & Haesde, 2004).

Algunas prácticas que pueden ser lideradas por las empresas para prevenir el burnout son:

  • Mantener a los empleados informados sobre los síntomas y efectos del síndrome del burnout es fundamental para su prevención. Algunos desconocen este tema o lo confunden con el estrés, por lo que organizar talleres y charlas con especialistas permitirá una comprensión profunda de sus diversas dimensiones.
  • Evitar las jornadas extendidas y las horas extras, pues conllevan inevitablemente a jornadas laborales más extensas y a mayor sobrecarga de trabajo.
  • Impulsar la conciliación entre la vida personal y la vida profesional a través de prácticas tales como aumentar los días de teletrabajo, flexibilidad horaria y la generación de estrategias que permitan a las personas tener más tiempo para sí mismos/as.
  • Incentivar la desconexión laboral fuera de horas de trabajo y en días libres, el disfrute de vacaciones y uso del tiempo de descanso reglamentario, y evaluar los casos en los que los trabajadores y las trabajadoras deciden aplazar o suspender vacaciones o descansos reglamentarios.
  • Implementar programas de calidad de vida buscando el bienestar de los colaboradores y colaboradoras, promoviendo hábitos saludables, pausas activas y actividades al aire libre, así como eventos de socialización con colegas de otras áreas o que trabajan desde casa.
  • Ofrecer acceso a sesiones de evaluación, consejería y/o terapia a personas afectadas por el síndrome de burnout u otras afecciones emocionales o mentales, de forma temprana, tiene efectos en la prevención de mayor desgaste, y en la mejora del clima organizacional.
  • Impulsar la comunicación asertiva en el entorno laboral, incluyendo sesiones grupales para establecer prioridades, escuchar las opiniones y el sentir de los empleados y fijar objetivos realistas, especialmente frente a tareas complejas.
  • Alinear los valores personales con los empresariales fortalece la cultura corporativa, aumentando el sentido de pertenencia y la satisfacción laboral.
  • El reconocimiento de los logros, la gratitud y las oportunidades de crecimiento para los empleados son esenciales para prevenir el síndrome del burnout.
  • Evaluar críticamente las cargas, distribución y factibilidad de las tareas. Cuando sea posible, apoyarse en la tecnología y en la automatización de procesos a fin de minimizar el impacto de tareas repetitivas en la empresa.

Adaptado de: SAP Concur (2022) y Equipos&Talento (2022)

Folletos e infografías

La prevención del estrés en el trabajo: Lista de puntos de comprobación Mejoras prácticas para la prevención del estrés en el lugar de trabajo. (Oficina Internacional del Trabajo, 2013). ver

El poder del Agradecimiento. Ines Temple, (2015). ver

6 pasos para mejorar la gestión de las emociones en el ámbito laboral. (Randstad, 2021). ver

Prevención del suicidio: 

Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio figura entre las 20 causas de defunción más importantes a todas las edades a nivel mundial, y una de las tres primeras causas de muerte en personas de 15 a 35 años. Se estima que cada año mueren por suicidio cerca de un millón de personas en el mundo. (OMS, 2019)

Existe evidencia que relaciona el suicidio con la presencia de enfermedades mentales, principalmente la depresión, la esquizofrenia y algunos trastornos de personalidad, los trastornos por consumo de alcohol, el abuso de sustancias, la violencia y las sensaciones de pérdida; aunque también pueden producirse en momentos de crisis que limitan la capacidad de afrontamiento, tales como ante problemas financieros, rupturas amorosas o ante dolor prolongado. (OMS, 2019)

La conducta suicida incluye: (Merck Sharp & Dohme, 2021)

  • El Suicidio consumado: acto autolesivo intencionado con resultado de muerte.
  • Intento de suicidio: acto autolesivo con intención de provocar la muerte, pero que finalmente no resulta mortal. Un intento de suicidio puede dar lugar a lesiones, pero no necesariamente.
  • Ideación suicida: pensamientos, planes y actos preparatorios relacionados con el suicidio.

Aunque es un fenómeno complejo, la conducta suicida es prevenible, y existen abordajes muy eficaces (OMS, 2017). Para ello, todos los actores sociales, incluyendo las empresas, empleadores, gremios y sindicatos, deben trabajar de manera coordinada y colaborativa para generar medidas que permitan prevenir los intentos de cometer suicidio.

Uno de los principales desafíos que deben ser superados es el estigma y el tabú que existe con relación a los trastornos mentales y la conducta suicida. Este evita que las personas que enfrentan dificultades busquen ayuda.  Un buen punto de partida podría ser empezar a hablar del tema con naturalidad y sensibilidad en los lugares de trabajo, y generar estrategias para identificar y atender a personas que podrían necesitar de apoyo profesional.

Prevención de la conducta suicida en los lugares de trabajo:

La conducta suicida debe ser contextualizada como un problema de salud mental; y como tal, muchas de las prácticas de promoción de la salud mental descritas en la unidad III pueden ser de utilidad para la población en general: ofrecer sensibilización, capacitación y comunicación sin estigmas, crear una práctica de comunicación abierta, ofrecer líneas directas de atención y recursos, garantizar confidencialidad, ofrecer programas de asistencia a los empleados, crear redes de apoyo para las personas que enfrentan problemas de salud mental y sistemas de referencia temprana ágiles y efectivos.

Aunque no hay una receta única ni universal para prevenir el suicidio, existen algunas recomendaciones muy específicas para la prevención del riesgo de conducta suicida (Euregenas, 2014):

  1. Proporcionar un ambiente laboral seguro, saludable y libre de acoso y hostigamiento.
  2. Ampliar la cobertura y calidad de servicios de salud mental como parte de la estrategia de bienestar del empleado y salud ocupacional.
  3. Formación específica a los supervisores.
  4. Restringir acceso a medios letales tales como medicamentos, armas de fuego o pesticidas.

Muchas de estas recomendaciones están orientadas a identificar señales de alerta y aprender a cómo actuar.

Señales de alerta:

  • Cambios en el patrón de comportamiento habitual de la persona, tales como en el estado de ánimo, sueño y energía en general.
  • Periodo de calma o tranquilidad repentino, luego de un periodo de gran agitación, y que podría indicar que ha tomado una decisión de realizar un acto suicida.
  • Verbalizaciones en las que reportan sentirse desesperanzados, abrumados, negativos hacia el futuro, atrapados o que son una carga para las demás personas.
  • Cambios en el comportamiento tales como evitación de actividades habituales o que solían ser fuente de gratificación, aislamiento, agitación, irritabilidad, aumento en el consumo de alimentos o drogas. También es posible observar cambios en la productividad laboral o cambios bruscos en el cumplimiento de responsabilidades, horarios o tareas.
  • Comportamientos extraños tales como despedirse de personas de forma escrita o en persona a través de gestos no verbales (abrazos fuertes e inesperados), regalar pertenencias preciadas o muy personales, expresar comentarios o incluso, hacer bromas sobre el comportamiento suicida o la muerte.
  • Cerrar cuentas de redes sociales o publicar despedidas.
  • Mostrarse interesado en resolver asuntos pendientes.
  • Pedir acceso a insumos o herramientas con capacidad de convertirse en métodos de suicidio.
  • El haber realizado un intento de suicidio.

¿Cómo actuar?

  • Si una persona está en proceso inminente de tentativa de suicidio o ha intentado suicidarse, se debe llamar de inmediato a los servicios de emergencia. Si la situación no representa un riesgo, se puede ofrecer apoyo a la persona con la presencia, el habla tranquila, sin prejuicios ni recriminaciones.
  • Si se ha identificado a una persona en riesgo, se sugiere establecer una comunicación de forma abierta y honesta. Escuchar con respeto y sensibilidad, respetando los silencios y mostrando preocupación por la integridad y seguridad de la persona. Emplear frases amables como “me gustaría que me dieras una oportunidad para ayudarte”.
  • Cuando exista una relación de confianza y seguridad, se debe preguntar directa y abiertamente sobre la existencia de ideas suicidas. Esto no incrementa el riesgo de que se produzca un acto suicida, y puede ser una forma de iniciar medidas preventivas.
  • Poner de manifiesto la posibilidad y disponibilidad de recursos de ayuda profesional. Además de los mecanismos formales de referencia, se pueden ofrecer información sobre líneas de ayuda a personas que enfrentan situaciones como esta.
  • Si la persona pide mantener la situación en secreto o confidencialidad, aclarar que no se cuenta con las herramientas o recursos suficientes para ayudar, y ofrecerle compañía en la búsqueda de un servicio especializado dentro o fuera de la empresa.
  • Limitar el acceso a posibles medios lesivos.
  • No dejar solo, después de la crisis: Aunque la persona haya sido dada de alta, el seguimiento y apoyo debe mantenerse pues el riesgo suicida puede no haber desaparecido en su totalidad.
  • Ofrecer acompañamiento y ayuda a las personas que estuvieron presentes u ofrecieron asistencia o ayuda durante toda la intervención a la persona con riesgo suicida. Esto incluye a compañeros de trabajo, supervisores y personas de confianza.

Si la persona llega al hospital, los profesionales evalúan la situación de la persona, evalúan y tratan las lesiones y, de forma general hospitalizan a la persona para estabilizarla y generar un plan de tratamiento. Una vez superada la crisis, la persona es dada de alta junto a un plan de reducción de riesgos, información para acceder a recursos disponibles en su comunidad, y referencias para atención de seguimiento con un equipo multidisciplinario, incluyendo a un psiquiatra, psicoterapeuta y/o otros profesionales de la salud mental

¿Qué no hacer?

  • Expresar juicio a través de las palabras o de manera gestual.
  • Defender el “valor de la vida”, pues podría hacer sentir culpable a la persona.
  • Invalidar la forma de pensar o actuar de la persona.
  • Criticar, usar sarcasmo o desafíos.
  • No tomar las amenazas en serio.
  • Minimizar la situación de la otra persona.
  • Entrar en pánico. Si no se sabe cómo actuar, lo mejor es escuchar con calma y sugerir buscar ayuda.

Adaptado de: Jimenez Pietropalo, y otros, 2016, Merck Sharp & Dohme, 2021 y Euregenas, 2014.

Infografías y folletos:

  • 5 medidas que puede tomar para ayudar a una persona con dolor emocional. (National Instituto of Mental Health, 2022). ver
  • Preguntas frecuentes sobre el suicidio. (National Institute of Mental Health, 2023). ver
  • Señales de advertencia sobre el suicidio. (National Institute of Mental Health, 2022). ver

Video:

  • Prevención del suicidio en el trabajo: información para empleadores, gerentes y empleados. (OMS, 2019).  

Abuso y adicción de sustancias psicoactivas: 

Las sustancias psicoactivas son compuestos que afectan el sistema nervioso, provocando cambios en pensamientos, emociones y comportamiento. Estas sustancias pueden ser legales, como el alcohol, tabaco, legalizados para ciertos fines, o bien ilegales. Al margen de sus fines o de las regulaciones a las que estén expuestas, su consumo conlleva riesgos a corto plazo, como intoxicación, propensión a accidentes y comportamientos arriesgados, y a largo plazo, con trastornos de dependencia que afectan la salud y el funcionamiento interpersonal, académico, familiar y laboral (OPS, 2020).

El abuso de drogas no solo afecta al individuo, sino que también impacta a nivel social y familiar. Aunque es un tema que acapara los titulares por su relación con la violencia y la seguridad, el uso abusivo de drogas se trata de un problema de Salud Pública (OEA, 2013).

Desde esta perspectiva, la situación de abuso y dependencia de sustancias puede ser abordado desde un enfoque preventivo. Hay clara evidencia de que las intervenciones tempranas y tratamientos basados en evidencia pueden reducir el riesgo de consumo abusivo, el desarrollo de dependencia y mitigar algunos efectos negativos asociados al consumo o a las conductas relacionadas a este.

La relación con sustancias psicoactivas es compleja y está influenciada por diversos factores, como el tipo de sustancia, la historia personal, la predisposición genética y el entorno social (OPS, 2020).

Desde un enfoque de salud mental integral, la prevención para la reducción del uso de sustancias y su impacto en la salud, el abordaje temprano a la población en mayor vulnerabilidad, el tratamiento temprano a personas con dependencia, la reducción de daños puede hacer la diferencia por las personas que enfrentan una situación de consumo abusivo de drogas legales o ilegales.

Folleto:

¿Cómo generar conciencia entre los empleados respecto del abuso de drogas y alcohol? (Telus Health, 2021). ver: 

Uso, abuso y adicción a sustancias.

Cuando por algún motivo se detecte o se transmita una preocupación en torno a una persona que consume o ha consumido drogas legales o ilegales, es importante reconocer las diferencias entre uso, abuso o dependencia, pues cada una de estas prácticas tendrá sus propios riesgos asociados, y una forma específica para abordar desde el lugar de trabajo.

Uso de sustancias:  Conducta en la cual el consumo se da de forma aislada, episódica y/u ocasional sin generar dependencia o problemas de salud. Ello, sin descartar posibles riesgos asociados al uso ocasional tales como accidentes, riesgo de sobredosis, deterioro fisiológico, deterioro en el proceso de toma de decisiones y potenciales problemas legales. El uso de sustancias pude ser experimental (se prueban sustancias pocas veces, y se decide no volver a hacerlo), recreativo (consumo enmarcado en contexto de ocio y con personas de confianza) y habitual (se tiene una sustancia de preferencia, y se utiliza con el fin de experimentar la sensación que produce).

Abuso de sustancias: Sucede cuando el consumo de sustancias conduce a patrones graves o angustiantes, tales como consumo de sustancias en situaciones de riesgo (por ejemplo, al conducir un automóvil), problemas legales, ausentismo laboral y deterioro de las relaciones familiares y sociales. La droga de la cual más se abusa suele ser el alcohol. (Stanford Medicine, 2015)

Dependencia a sustancias:  Esta conducta se caracteriza por el uso constante de las drogas o el alcohol, a pesar de que se han desarrollado problemas en torno a su consumo. Hay algunos signos propios de la dependencia a sustancia, tales como la necesidad de consumir mayores cantidades de la sustancia para obtener sus efectos (tolerancia), la presencia de malestar físico o psicológico cuando se disminuye el consumo (síndrome de abstinencia), esfuerzos fallidos de dejar de consumir, aumento del tiempo dedicado a conseguir y consumir la sustancia frente al abandono de actividades sociales, laborales o recreativas importantes para la persona y el uso sostenido de la sustancia a pesar de que se es consciente de los problemas que este consumo tiene asociados.

Impacto del consumo abusivo de alcohol y otras drogas en el ámbito laboral

El fenómeno del consumo abusivo de alcohol y otras drogas en el entorno laboral es una realidad palpable, y sus efectos repercuten no solo en la salud y el bienestar de los trabajadores, sino también en la dinámica laboral y la seguridad en el trabajo. Este escenario ha llevado a un creciente interés por parte de las empresas y organizaciones en buscar soluciones que atajen las consecuencias de estos consumos.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya alertaba en 2016 sobre la relación directa entre el consumo de sustancias y la ocurrencia de accidentes laborales.  Se estima que una de cada cuatro víctimas de accidentes laborales se relaciona directamente con el consumo de alcohol y otras drogas.

El consumo de alcohol, drogas y otras sustancias entre la población laboral se ha convertido en un tema central en las estrategias empresariales debido a las serias implicaciones que acarrea tanto para los empleados como para las organizaciones en las que operan. Estos consumos perturban el desarrollo normal de las actividades empresariales y generan consecuencias onerosas, como incrementos en los índices de accidentes, demandas, costos de indemnización, enfermedades y hasta pérdidas humanas y económicas.

El impacto del consumo de sustancias no se limita únicamente a los individuos que abusan o dependen de estas, sino que también se extiende a terceras personas, especialmente en sectores laborales como el transporte y la salud, donde el peligro es aún más evidente.

Aunque es innegable que existen múltiples factores de riesgo ligados al consumo de sustancias, como los aspectos personales, sociales y familiares, las empresas tienen un papel crucial en abordar esta problemática. Al hacerlo, pueden lograr una serie de beneficios significativos, como la disminución del ausentismo laboral y de las licencias médicas, la mejora del ambiente laboral y la satisfacción de los empleados, la retención de personal calificado, el aumento de la productividad e incluso la fortificación de la imagen corporativa.

Abordaje para la prevención y tratamiento del consumo abusivo de alcohol y drogas desde la empresa:

La atención al consumo abusivo y a las adicciones al alcohol drogas y otras sustancias por parte de las empresas dentro del contexto laboral no solo es una obligación desde la perspectiva de la prevención de riesgos laborales, sino también una oportunidad desde el ámbito de la responsabilidad social empresarial, dado que evita el deterioro de las personas, sus familias y comunidades (Morales de Labra, 2022).

Idealmente las iniciativas que se desarrollen para la prevención o abordaje de situaciones de consumo abusivo en el trabajo deben ser enmarcadas en un programa planificado y ajustado a las necesidades de la empresa, a las características de los y las colaboradores/as, al sector productivo en que se enmarca la actividad económica, a los riesgos laborales, e idealmente consensuado con los y las trabajadores/as.

Recomendaciones para el abordaje integral de las empresas ante situaciones de consumo abusivo o dependencia de sustancias:

  1. Elaborar estudios de cultura y percepción de los integrantes de la empresa en relación con el consumo de sustancias.
  2. Sensibilizar e informar mediante campañas, jornadas y materiales de divulgación para toda la población de la empresa.
  3. Entender los problemas relacionados al consumo abusivo de alcohol o drogas como lo que son: un problema de salud. Como tales, deben ser tratados como un problema de salud, sin la carga de estigma asociado a las prácticas de consumo.
  4. Capacitar a personal de mandos medios, técnicos de seguridad y salud ocupacional, representantes de los trabajadores/as y lideres sindicales, a fin de facilitar la detección temprana y abordaje efectivo de casos.
  5. Coordinar con recursos y programas de atención a personas afectadas. Ofrecer garantías de confidencialidad, voluntariedad y mantenimiento o reincorporación al puesto de trabajo facilita la adherencia al tratamiento y la rehabilitación.
  6. Dar seguimiento a los trabajadores que participan en programas de tratamiento y rehabilitación. Si un trabajador no colaborara plenamente con el tratamiento, el empleador podrá tomar las medidas disciplinarias que considere oportunas
  7. Generar políticas de no discriminación para trabajadores/as rehabilitados que reingresan a sus puestos de trabajo.
  8. Priorizar la atención y referencia a servicios de atención y tratamiento, a la aplicación aislada de medidas disciplinarias. La posibilidad de ser sancionado generará en la persona que abusa de sustancias una práctica de ocultamiento, lo que empeora la situación de la persona y aumenta riesgos de seguridad.
  9. Identificar condiciones laborales, riesgos psicosociales y relacionados al ambiente laboral, que pueden constituirse en un disparador para el abuso de alcohol o de drogas, y adoptar medidas de prevención o corrección.
  10. Entender las implicaciones éticas y legales asociadas a la realización de pruebas de detección de consumo de alcohol o drogas, y desde ese entendimiento discernir cuándo sea justo y apropiado realizarlos; y siempre que se practiquen, deben ser en conformidad con la legislación laboral nacional.

Adaptado de:

Tratamiento de cuestiones relacionadas con el alcohol y las drogas en el lugar de trabajo. Repertorio de recomendaciones prácticas de la OIT (2016)

Manual de formación de formadores en prevención laboral en drogodependencia, OIT (2008)

Reconocimiento de señales de abuso de sustancias en los empleados

 

Existen tres formas a través de las cuales se puede identificar que una persona enfrenta un problema relacionado al consumo de drogas y alcohol (OIT, 2016):

La autoevaluación del trabajador o trabajadora que ha sido sensibilizada a través de programas  preventivos, informativos o capacitación, puede identificar en sí mismo patrones de consumo problemáticos.

La identificación hecha por otra persona sea esta un miembro de la familia, un compañero de trabajo o una amistad, que logra identificar patrones problemáticos de consumo de alcohol u otras drogas.

La identificación hecha por el empleador, que puede conllevar el análisis de laboratorio en procesos de selección o pruebas de control aleatoria en contextos en donde sea legalmente permitido y éticamente viable.

Al margen de estos tres procesos de identificación, resulta importante que los trabajadores, en especial aquellos que lideran equipos, puedan identificar indicadores de consumo problemático, abuso o dependencia entre sus colaboradores.

Recuerde que:

  • El alcohol, a pesar de ser legal y culturalmente aceptado, es la droga de la que más se abusa en nuestra región. Revise sus propias creencias en relación con esta sustancia.
  • No todas las personas que consumen alcohol o drogas desarrollarán dependencia. También tenga presente que el consumo de drogas y alcohol puede no presentar problemas en el corto o mediano plazo.
  • Pueden presentarse problemas laborales, disciplinarios o de desempeño, que no tienen necesariamente que ver con una situación de abuso de sustancias, aunque la persona las consuma de forma ocasional.
  • Al margen de las opiniones personales, el consumo de alcohol u otras drogas en sí mismo no es problemático, a no ser que interfiera con otras áreas de funcionamiento de las personas, incluyendo su desempeño laboral.
  • La aparición de uno o más indicadores de riesgo, de forma aislada, no es suficiente para determinar que una persona tiene problemas de consumo.
  • El consumo abusivo de alcohol o drogas puede también ser secundario o presentarse junto a otro trastorno de la salud mental-
  • Los procesos de atención a personas afectadas por dependencia de sustancias no son lineales. Las recaídas son esperables, y parte del proceso de recuperación.

Conductas observables que podrían constituir indicadores de consumo problemático (Francolino & Miller, 2008):

  • Ausencias injustificadas, en especial después de fines de semana o festivos.
  • Merma en el rendimiento y productividad usual de la persona.
  • Retraimiento, aislamiento y actitud poco participativa.
  • Tensión y conflicto recurrente con los jefes y compañeros.
  • Cambios bruscos en el estado de ánimo y en el humor.
  • Tendencia a cometer errores con mayor frecuencia y sin justificación aparente.
  • Dificultades para mantener la atención en tareas de distinta complejidad.
  • Aumento en la frecuencia de accidentes.
  • Reportes de conducta que reflejan consumo problemático tales como presentarse en estado de embriaguez o bajo el efecto de sustancias, casos disciplinarios relacionados con el consumo, información recibida de familiares o amigos.

Cómo abordar a una persona que podría estar enfrentando situaciones de abuso o dependencia de sustancias

Si la persona recurre de forma voluntaria:

  • Escuchar y transmitir apoyo.
  • Reconocer y validar el valor de dar un paso tan importante.
  • Informar de las posibles implicaciones del consumo en referencia al trabajo.
  • Informar sobre las políticas y programas de apoyo disponibles, dentro y fuera de la empresa.
  • Aclararle que el tratamiento a su situación será confidencial.
  • Acompañar y dar seguimiento al proceso de búsqueda de apoyo.

Si existen dudas acerca de la posibilidad de consumo problemático en un trabajador:

  • Definir quién, cuándo y dónde se realizará el abordaje, garantizando que sea con respeto, seguridad y confidencialidad.
  • Acercarse sin juzgar, muestre empatía e interés en la situación del otro/a.
  • Escuche más, hable menos. De espacio para que la otra persona pueda expresar lo que siente y piensa.
  • No intente guiar la conversación a que la otra persona reconozca que tiene un problema, ni de convencerle de que el uso de drogas o alcohol es bueno o malo.
  • No fuerce. En ocasiones las personas no están preparadas para enfrentar la realidad y aceptar que tienen un problema.
  • Hable con claridad y exprese sus preocupaciones con total honestidad.
  • Derive el caso a los programas disponibles de ayuda dentro y fuera de la empresa.
  • De seguimiento a la persona, mostrándose presente y disponible para acompañar emocionalmente a la persona mientras esta atraviesa su proceso de atención.
  • Facilite la reincorporación al puesto de trabajo, si la persona debió dejarlo para completar un programa de rehabilitación, y ha logrado finalizarlo de forma exitosa.

Acompañamiento en duelos: 

 

El duelo es una respuesta emocional y psicológica natural ante la pérdida de una persona, un objeto, condición o evento significativo. El duelo trae consigo reacciones y componentes físicos, psicológicos, sociales y espirituales de intensidad variable, que comúnmente es proporcional al impacto de la pérdida en la vida de la persona.

Si bien el término duelo es comúnmente asociado con la muerte de un ser querido, el duelo también puede manifestarse en diversas situaciones de pérdida tales como separaciones, cambios en la salud o capacidad, reubicaciones migratorias y otras circunstancias que generen un impacto emocional profundo.

En el sitio de trabajo, las manifestaciones del duelo pueden variar dependiendo de la naturaleza de la pérdida. La pérdida de un familiar cercano puede desencadenar sentimientos de tristeza, confusión, ansiedad y, en algunos casos, incluso depresión. Las separaciones, ya sean de pareja, familiares o de amistades cercanas, también pueden generar sentimientos de soledad, desesperanza y desorientación. Las pérdidas relacionadas con la salud, como discapacidades repentinas o condiciones médicas graves, pueden generar frustración, miedo al futuro y una sensación de pérdida de identidad.

Los cambios migratorios, ya sea por reasignaciones laborales o bien impulsados por la inestabilidad política y económica de la región, pueden llevar a la desconexión cultural, la nostalgia y la sensación de estar fuera de lugar. Estos sentimientos se suman a la dificultad de ajustarse a un nuevo entorno y estilo de vida.

En todos estos casos, las manifestaciones del duelo pueden interferir con la capacidad de un empleado para concentrarse, interactuar con los demás y realizar su trabajo de manera efectiva.

El apoyo en el proceso de duelo por parte de los empleadores es de vital importancia. La evidencia demuestra que la represión emocional ante un duelo podría tener consecuencias adversas en la salud mental de los y las trabajadores/as y la productividad en el lugar de trabajo (Anderson, 2008).

A continuación, se presentan diversas maneras mediante las cuales la organización y sus líderes pueden brindar apoyo a alguien que está experimentando un proceso de duelo:

  1. En el caso de enfrentar la pérdida de un ser querido, permitir la participación en rituales y ceremonias en memoria de la persona fallecida.
  2. Facilitar la asistencia de compañeros de trabajo que deseen acompañar al compañero o compañera en los servicios fúnebres en honor al ser querido.
  3. Crear espacios de diálogo, invitando a la persona a reconocer y aceptar su vulnerabilidad ante la pérdida que está atravesando. Evitar comparar o minimizar su dolor.
  4. Mostrar disposición para escuchar al colega y expresar aprecio y valoración cuando él o ella recurra espontáneamente a usted.
  5. Sugerir a la persona que considere posponer decisiones importantes, como cambiar de posición o presentar su renuncia.
  6. Mantener un seguimiento periódico de las necesidades actuales de la persona. Brindar oportunidades para tomar descansos, apoyar en asignaciones importantes, anticipar días de descanso, flexibilidad en horarios y permitir asistir a sesiones de consejería son acciones concretas de apoyo.
  7. Proporcionar orientación y enlazar con servicios de apoyo profesional tanto internos como externos a la organización.
  8. Organizar la carga laboral de manera que facilite una reintegración gradual y flexible al puesto, comprendiendo cómo el proceso de duelo puede afectar a corto plazo la capacidad para realizar las tareas habituales.

Adaptado de:

Bijalba (2019), Chichester & Janney (2018) y Fundación Piero Rafaél Martinez de la Hoz (s.f)

 

 

Expresiones convenientes y a utilizar cuando se establece contacto con un/a compañero/a en proceso de duelo (Chichester & Janney, 2018): incluir dentro del documento vinculado sobre acompañamiento en duelos

Expresiones útilesExpresiones que evitar
Lo lamento mucho.Sé cómo te sientes.
Debes de echarla/o mucho de menos.
Debe ser muy difícil para ti
Lo superarás pronto.
¿Qué puedo hacer por ti?
¿Hay algo que podamos hacer por ti?
Todo pasa por un motivo.
He pensado mucho en tiTienes que pasar página
Nos alegramos de que hayas vuelto al trabajo.
Te extrañamos mucho en tu ausencia
Fue la voluntad de Dios
Si necesitas hablar con alguien, aquí me tienesDebes ser fuerte por tus hijos/as/familia

Acompañamiento en duelo por la pérdida de un/a compañero/a de trabajo

En determinadas situaciones y en diversos entornos laborales, los colegas en el trabajo, independientemente de las jerarquías, pueden forjar vínculos estrechos e íntimos. No es infrecuente que la muerte de un colega, sobre todo cuando ocurre de manera inesperada y traumática, genere una profunda conmoción en los equipos de trabajo.

Los líderes de organizaciones y equipos se enfrentan al desafío de lidiar con su propio dolor, mientras también deben crear las condiciones para que aquellos bajo su supervisión puedan también procesar esa pérdida.

Algunas recomendaciones para poyar a los equipos de trabajo que enfrentan un duelo por la pérdida de un compañero son las siguientes.

  1. Reconocer y comprender las emociones propias y de los colegas durante el proceso de duelo:
    1. La sorpresa o shock inicial es una reacción frecuente, seguida a menudo por la incredulidad y la tristeza. También es esperable que resurja el dolor por pérdidas previas.
    2. Algunas personas pueden sentirse perdidas al enfrentar la dinámica laboral sin la presencia del fallecido. No se debe dar por sentado que las personas sabrán como distribuir las tareas, a quién reportar o a quién hacer consultas.
    3. Algunos podrían temer por su propia salud y seguridad, y reconocer súbitamente la fragilidad de la propia vida.
    4. Otras personas pueden sentir ira o el impulso de regresar a la rutina previa al fallecimiento de su compañero/a; otros podrían estar cargando con culpas por tensiones previas. Otros podrían sentirse insensibles o incapaces de expresar sus emociones.

Todas estas reacciones emocionales son normales y esperables en el proceso de duelo. Es importante generar espacios para que las personas puedan expresar lo que sienten sin sentirse juzgadas. No hay una forma correcta o incorrecta de enfrentar la pérdida.

  1. Ofrecer apoyo a la familia y a los colaboradores:
    1. Brindar apoyo emocional y orientación a la familia del colega fallecido. Además de ser lo éticamente correcto, ofrece a los colaboradores la seguridad de que se haría lo mismo con sus familias si ellos/as faltaran.
    2. Si es necesario, considerar involucrar a los colegas en la gestión de apoyo económico o material.
    3. Conecte a la familia y a los colaboradores que se sientan más afectados con recursos de ayuda, tales como espacios de consejería o referencia a organizaciones que ofrecen acompañamiento en duelos.
  1. Generar espacios de encuentro y conexión:
    1. Organizar reuniones presenciales, o de no ser posible, reuniones virtuales para comunicar la noticia y compartir el dolor por la pérdida del compañero. Es preferible evitar que la noticia se difunda de manera informal.
    2. Encomendar a un miembro del equipo para que, de forma voluntaria, pueda recopilar historias, fotos o videos de la persona fallecida para compartir entre los colegas por medios físicos o digitales.
    3. Coordinar una fecha para que los colegas rindan homenaje al fallecido, ya sea leyendo un poema, compartiendo una historia significativa o realizando una oración.
    4. Facilitar formas de expresar condolencias a la familia, como escribir cartas a los allegados o enviar un álbum con fotografías y mensajes de recordación.
    5. Permitir que una delegación de compañeros asista a las honras fúnebres de la persona fallecida.
  1. Llevar a cabo rituales: Los rituales son importantes en las transiciones y despedidas. Aunque es posible que no todas las personas puedan asistir al sepelio de la persona fallecida, es posible realizar rituales a lo interno de la organización.
    1. Plantar un árbol en memoria del colega.
    2. Colocar una placa o fotografía conmemorativa.
    3. Crear un mural con fotos y mensajes de los compañeros de trabajo.
    4. Realizar donaciones en nombre de la persona fallecida a una organización o causas significativa para ella.
  1. Fomentar el autocuidado:
    1. Programar sesiones o círculos de conversación semanales para que el equipo comparta sus sentimientos.
    2. Ser compasivo consigo mismo y no temer mostrar vulnerabilidad ante el equipo.
    3. Promover el descanso, la buena alimentación y el ejercicio físico.
    4. Compartir información sobre recursos de ayuda y servicios de salud mental disponibles en la empresa o en instituciones cercanas.
  1. Planifique con anticipación: Aunque pueda resultar difícil tener conversaciones sobre la potencial muerte de un compañero o compañera de trabajo, es importante tener claridad de cómo actuar ante esta eventualidad.
    1. Defina cómo serían los procesos de comunicación a lo interno de la organización.
    2. Aclare la forma en la que se deben manejar los efectos personales de la persona.
    3. Defina la forma en que se organizarán para poder asistir a funerales, actos de recordación, y como se reasignarán los espacios o equipos de trabajo.

Adaptado de:
Cómo sobrellevar la muerte de un compañero de trabajo. (Cigna Healthcare, 2018 y APA, 2010)