COVID-19 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: los ODS cumplen su quinto aniversario en medio de la pandemia

Una de las preguntas más recurrentes que me han hecho en los últimos meses es: “Y, ¿ahora en qué quedan los ODS?” No es para menos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ya venían en una carrera cuesta arriba por distintos factores que iban, desde la conformación de nuestros sistemas económicos, hasta la lentitud en la adopción de medidas que permitiesen erradicar la pobreza, proteger el planeta, y promover la prosperidad y el bienestar de todos.

En cierta forma, era como si hubiésemos dado por sentado que el mundo en el que vivíamos necesitaba mejorar, pero no con tanta urgencia. Sin embargo, ocurrió algo que solo hubiera sido posible imaginarlo en ficción: Un virus provocó el desplome de las economías, la pérdida de empleos en todo el mundo y, como resultado, en cuestión de semanas, hizo que cientos de miles de personas se quedaran sin ingresos.

En un abrir y cerrar de ojos, el sentido de cotidianidad se desvaneció y dio paso, ahora sí, al sentido de urgencia. Urgencia por reforzar el sistema de salud pública, modernizar la educación, diseñar una red de protección social, ya no solo pensada para los grupos más vulnerables de la sociedad, sino también para trabajadores formales que han perdido sus plazas de empleo.

Múltiples diagnósticos a través de los años señalaron las deficiencias y áreas de mejora de nuestras sociedades. Ninguno de los retos a los que estamos haciendo frente son nuevos. La diferencia está en que ahora no podemos mirar hacia otro lado y resulta imperativo buscar soluciones para recuperar la salud, proteger el tejido productivo y reabrir nuestras economías sin que nadie se quede atrás.

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que, para enfrentar la pandemia en todas sus fases, las políticas de salud, sociales y económicas deben ser integradas, coordinadas, participativas y adaptadas a cada contexto nacional. Todos estos elementos son inherentes a los ODS: Los desafíos que enfrentamos no pueden superarse de manera aislada.

Desde la perspectiva del sector privado, las respuestas a la COVID-19 han de acelerar la expansión de los programas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), potenciando lo que el World Business Council for Sustainable Development, define como “las 3R”:

  1. Responsabilidad: El marco de referencia a través del cual las empresas han contemplado los aspectos relacionados con la sostenibilidad hasta la fecha. Seguirá constituyendo un imperativo esencial, en especial durante la fase de respuesta inmediata a la crisis.
  2. Resiliencia: El valor que supone ganar en resiliencia a todos los niveles – desde las empresas hasta las cadenas de suministro y la economía mundial – debería resultar evidente tras la COVID-19, ya que la pandemia ha sacado a la luz nuestra vulnerabilidad ante problemas sistémicos previsibles.
  3. Regeneración: La regeneración es importante porque, en un mundo interconectado e interdependiente, solo alcanzaremos la verdadera resiliencia regenerando las economías, las comunidades y el medio ambiente.

Fuente: WBCSD

La pandemia nos pone por delante la posibilidad de construir una sociedad mejor y concebir el desarrollo como un equilibrio entre el progreso económico, social y ambiental como se prevé en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En nuestras manos tenemos la oportunidad de convertir esta crisis en un catalizador de cambios positivos que nos permitan transitar hacia un planeta más inclusivo y sostenible para todos.

 

 

Por Bruno Basile, director ejecutivo de Sumarse – Pacto Global Panamá, la organización que impulsa la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y los 10 Principios del Pacto Global en el país.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *