Foto por: Mikug Alba
Cada 5 de septiembre es el Día Internacional de las Mujer Indígena. Las mujeres indígenas custodian las tradiciones y los recursos naturales de sus comunidades, pese a que constituyen uno de los pueblos más vulnerables y marginados del mundo. La pandemia, sumada a la restricción del acceso a su participación, la justicia y a servicios fundamentales como la educación y la atención sanitaria han venido a profundizar la situación de desigualdad estructural y las múltiples formas de discriminación previa que ya sufrían, y que afecta gravemente sus oportunidades y el ejercicio de sus derechos en igualdad de condiciones, así lo destaca ONU Mujeres en su página web.
Más de 23 millones de mujeres indígenas de América Latina enfrentaban una situación de desigualdad y ya sufrían persistentes brechas de género y la discriminación intersección, incluyendo el acceso desigual a la educación, el trabajo, la tierra y la participación en América Latina antes de la COVID-19 (Cepal 2018).
Nuestra pluma invitada para abordar el tema es Laura Dihuignidili Huertas Thompson, presidenta de ANYAR, ONG que lucha por la promoción y defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Buna es una indígena que asiste de forma precaria al colegio, tiene que cruzar en cayuco para dar clases, allí le hablan de los derechos de las mujeres, el empoderamiento entre muchas cosas más, pero cuando mira su realidad los grandes discursos, convenios y leyes son un sueño que no aterrizan en una sociedad que cada día se vuelve más machista, individualista y marginadora. Esta es la historia de muchas mujeres indígenas donde la pandemia agravó aún más nuestra situación de exclusión, los índices de deserción escolar, embarazos no deseados, violencia de género, femicidios.
La desigualdad estructural nos ve como un mal necesario.
La realidad es que como país tenemos una deuda histórica con las mujeres indígenas, donde es necesario la voluntad de los gobernantes, ya que 8 de cada 10 plazas de trabajos son ocupados por hombres, donde a las mujeres artesanas aún se les sigue viendo como una economía “informal” para discriminarnos aún más, y de esa forma invisibilizan el rol de la mujer en la economía de millones de hogares y desde allí nosotras debemos impulsar y fiscalizar el cumplimiento de estas agendas nacionales e internacionales que tomen en cuenta enfoques diferenciados, y eliminar las famosas “ayudas” que profundiza la discriminación que sufrimos, por ser indígena, mujer, joven, albinas y la lista sigue.
Una medida para poder avanzar a un desarrollo sostenible dentro de las comunidades es impulsar todos los espacios para las mujeres dentro de las áreas de toma de decisiones, es decir las decisiones de políticas públicas para la reactivación económica dentro las macro y micro empresas, incluyendo los bancos comunitarios, artesanas indígenas y campesinas que se encuentran en cada sector a nivel nacional, es necesario que incluyamos la economía solidaria, la paridad de género, incentivar y flexibilizar los requisitos de los financiamientos para los nuevos emprendedores incluyendo a los negocios formales e informales dentro y fuera de las comunidades indígenas/campesinas que requieran capital semilla, sin dejar atrás la economía indígena tradicional que por años tienen el debido reconocimiento, ya que es la base social de la sostenibilidad de las culturas para la afirmación de nuestra identidad.
El Día Internacional de la Mujer Indígena, este 5 de septiembre, como un homenaje de resistencia a todas las mujeres indígenas a nivel mundial donde cada una de nosotras luchamos por la defensa de nuestros territorios, por los conocimientos tradicionales y por nuestras formas de vida. Sin embargo, nuestra lucha no se detiene en la actualidad ya que las estadísticas nos señalan que, en las áreas indígenas, se dan los más altos índices de extrema pobreza en las comarcas indígenas y es donde se presenta las mayores proporciones de personas pobres multidimensionales e inclusive en los análisis de pobreza monetaria. En el caso de pobreza multidimensional la incidencia fue: Comarca Ngäbe Buglé (93.4%), Comarca Guna Yala (91.4%) y Comarca Emberá (70.8%). El promedio de estos tres valores supera en 4.5 veces el valor del promedio nacional (fuente: la Dirección de Análisis Económico y Social del Ministerio de Economía y Finanzas en base a los datos de la Encuesta de Propósitos Múltiples realizada en el mes de marzo por el Instituto Nacional de Estadística y Censo), muy contrario a toda la riqueza que poseemos y que somos marginados de sus beneficios. Eso se llama EMPOBRECIMIENTO.
Como Organización Anyar, nuestra misión es impulsar a las niñas y mujeres de las comunidades, ya existen muchas Bunas dentro de las áreas comarcales, con iniciativas de agricultura sostenible, educación ambiental, empoderamiento femenino, fortalecimiento de nuestras tradiciones y educación sexual.
La pandemia actual nos hizo innovar para seguir brindando oportunidades es por eso que hicimos una escuela virtual llamada Anmar dudargge, donde 30 niños indígenas de la capital recibieron una enseñanza bilingüe intercultural en el idioma materno (dulegaya) con el fin de fortalecer nuestro idioma e identidad, además hicimos una alianza con la firma Corporación de Abogados Indígenas de Panamá (CAIP) para brindar asistencia legal gratuita desde el idioma dulegaya para aquella familias indígenas que no hablaban el idioma español entre muchas más.
Las jóvenes indígenas somos conscientes de que detrás de cada una de nosotras existieron mujeres que fueron violentadas, maltratadas y que sin importar su situación alzaron sus voces para que estemos en estos espacios de tomas de decisiones donde la desigualdad no solo es estructural sino cultural y es allí donde hemos innovado en espacios importantes desde coordinadoras internacionales, educadoras, políticas, autoridades tradiciones, emprendedoras, artesanas es por eso que cada mujer desde cada espacio ha hecho un cambio notable en búsqueda de un mundo más equitativo e igualitario
Los desafíos que tenemos como mujeres son cada vez más notables desde la migración indígena femenina, nuestra participación política, salud, nuestra salud sexual y reproductiva, violencia, educación, condición económica, mujeres indígenas privadas de libertad y tecnología, sin embargo, podemos ver los avances y el potencial que tenemos en la labor que realizamos en varios espacios internacionales, nacionales y comunicatorios que son importantes para romper los estereotipos que se tiene sobre la mujer indígena ahora en el marco de las Objetivos de Desarrollo sostenible ( ODS) es un puente para crear y construir oportunidades de liderazgo en cada una de las esferas sociales con pertinencia cultural, respetando las cosmovisiones, que sean adecuadas a las realidades que tenemos como pueblos indígenas
Como joven, mujer e indígena soy parte fundamental de los cambios que le damos a esta historia donde no solo somos cifras negativas, estoy convencida de asumir mi responsabilidad para hacer un mundo más equitativo para nosotras las mujeres por una económica verde y sostenible que es la mejor plataforma de afirmación de los derechos humanos y los derechos indígenas.
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