Como parte del lanzamiento del Toolkit de Salud Mental “Guía Rápida para la Promoción de la Salud Mental y el Bienestar Emocional de los Colaboradores y Colaboradoras en el contexto COVID-19”, hemos traído como pluma invitada a la psicóloga Vali Maduro quien aborda el tema a profundidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Las personas con buena salud mental tienen una actitud positiva ante la vida, a pesar de las dificultades que puedan tener, se sienten bien acerca de si mismos y hacia los demás. Además, actúan de manera responsable en sus relaciones personales y en su trabajo.
Los seres humanos somos una combinación de lo biológico, lo social y ambiental, estas tres dimensiones impactan en nosotros, la mayoría del tiempo de manera positiva, pero algunas veces nos afectan. Por ejemplo, el Trastorno de déficit de atención con hiperactividad, las estadísticas dicen que existen familias con una alta incidencia, lo que quiere decir que hay una alta posibilidad que exista algo en la genética familiar que se va pasando de generación en generación. Algunas de las afectaciones sociales podrían ser los patrones familiares no saludables que pueden resultar en trastornos de la personalidad, como por ejemplo el trastorno límite de la personalidad. En cuanto al ambiente, historias de trauma, abuso o eventos estresantes pueden causar que se desarrollen enfermedades de la salud mental como depresión o trastornos de ansiedad, entre otros.
Hay varias cosas que afectan a una persona que padece de trastornos metales. Primero que todo, la falta de conocimientos acerca del tema, debido a esto las personas comienzan a desarrollar prejuicios, que son opiniones herradas que se forman sin motivo y especialmente por la falta de conocimiento. Estos prejuicios dan vida al estigma, que son las etiquetas negativas que se pone a las personas, las cuales son muy difíciles de quitar una vez la persona se las cree como verdaderas o como hechos. Los prejuicios y el estigma hacen que las personas que padecen de trastornos mentales teman decir lo que están experimentando y los tachen de “locos”, “agresivos”, “Inestables”. Este temor hace que no busquen ayuda. Por otro lado, el estigma también afecta a las relaciones con seres querido y esto hace que la persona se sienta sola. Por último, el estigma puede llevar a la discriminación y afectar en la posibilidad de encontrar un buen trabajo o relaciones.
Mitos y realidades más comunes sobre la salud mental.
- Hay que estar “loco” para hablar de salud mental
La palabra loco significa estar fuera de la norma o la realidad. Esta es una de las primeras y más duraderas etiquetas, estigmas, que hemos tenido en la historia de la salud mental. Las personas la utilizan de manera negativa y como insulto, lo cual debe ser parado. La salud mental es tan importante como la salud física y todos debemos aprender acerca de ella, para poder saber cuándo necesitamos buscar ayuda o brindarla a nuestros eres queridos. Hablar de salud mental es saludable en si mismo.
- Los problemas de salud mental no me afectan
La organización mundial de la Salud calcula que el 25% de la población padecerá alguna enfermedad o trastorno mental a lo largo de su vida. Por lo tanto, ya sea que nosotros mismo la padezcamos o un familiar o un amigo, este tema es de suma importancia para todos.
- No hay esperanzas para personas con problemas de salud mental
Por supuesto que hay muchas esperanzas, los tratamientos médicos y terapéuticos muestran cada vez mayor efectividad y permiten a las personas llegar a tener relaciones saludables, disfrutar de la vida y ser productivas
- La prevención no sirve. Es imposible prevenir una enfermedad mental
Existen algunas enfermedades de la salud mental que no son prevenibles, pero si se puede mejorar el nivel de afectación en los factores de riesgo. Por ejemplo, aprendiendo y desarrollando relaciones sanas, minimizando la exposición a traumas, tener hábitos saludables de vida como una buena alimentación, ejercicios y reduciendo el nivel de estrés en nuestras vidas. Buscar ayuda de manera temprana, a penas que surjan los posibles síntomas, también es de suma importancia para minimizar el impacto de la enfermedad.
- Los NNA no sufren de salud mental
Los niños, niñas y adolescentes si sufren de enfermedades de la salud mental. La mejor manera de saber sobre la presencia de estas es observar el desarrollo de los NNA. Retrasos o interrupciones en el desarrollo del pensamiento, en las conductas, en las habilidades sociales o en la regulación de las emociones adecuados para la edad son los principales síntomas.
Salud mental y pandemia
Debido a la incertidumbre de la situación, el riesgo y las muertes, la mayoría de los seres humanos nos hemos visto afectado de una manera u otra en nuestra salud mental.
Como todo en la vida, podemos sacarle una parte positiva a todo esto, la pandemia ha hecho que todos tengamos más presente el tema de salud mental y eso motiva la búsqueda y el ofrecimiento de educación sobre el tema. También se han creado programas para batallar con los prejuicios y lo estigmas, promoviendo una mayor búsqueda de ayuda. Es un buen momento para hacer un cambio significativo en el tema.
La mayoría de las personas con enfermedades mentales tienen un nivel de afectación bajo o moderado y pueden tolerar el estrés de la vida diaria y ser productivos.
En estos temas, todos jugamos un rol importante. Las empresas, igual que las escuelas, tienen una población cautiva que puede recibir información valiosa, además al pasar tanto tiempo juntos, podrían reconocer quienes necesitan ayuda y ofrecerla. Varias empresas en Panamá tienen programas de salud mental que realizan estas funciones.
Por esta razón es fundamental educarnos en el tema, conocer nuestros propios prejuicios sobre el tema y confrontarlos y cambiarlos. Abrir más espacios para hablar de salud mental, promover que las personas podamos decir abiertamente lo que sentimos y ti tenemos alguna enfermedad mental o si la hemos vivido. Yo puedo compartirles que por años sufrí de ansiedad generalizada por un evento que tuve en la infancia y mis padres no sabían nada del tema. Pensaban, es muy miedosa. Mis compañeras de escuela se reían y yo llegue a pasarlo muy mal, hasta que el onceavo grado me dió mi primer ataque de pánico y me llevaron al psiquiatra. Esa visita me cambio la vida, me ayudó a entender qué me pasaba, que no era debilidad, ni mi culpa y empecé tratamiento que me curó de los síntomas que tenía.
Se puede decir que, Panamá ha tenido muchos avances en el tema de salud mental, pero hace falta mucho. El presupuesto del estado no alcanza y mucho menos ahora que estamos viendo aumento en los casos. Necesitamos una ley de salud mental que dicte las políticas públicas en el tema y le de apoyo legal a los derechos de las personas que padecen de enfermedades de salud mental y sus familias.
Tenemos algunas normas del año 1996 y en este momento están siendo revisadas. Una ley nueva sobre el abordaje de las conductas de riesgo suicidas, que está siendo reglamentada. Trabajamos con otros países y organizaciones como la OPS y la OMS en beneficio de la salud mental, pero este es solo el inicio y debemos seguir trabajando en el tema.
Tenemos que comenzar con educarnos y abrir la conversación sobre el tema, justo como lo están haciendo ustedes en Sumarse. Mientras más educados estemos en el tema, más fácil será el reconocer las afectaciones y buscar ayuda. También, mientras más sepamos de nuestros derechos, más lucharemos por ellos. Como por ejemplo un mayor presupuesto y mejores servicios para la salud mental de todos.
La salud mental, no es cosa de locos, ¡es cosa de todos!
¡Sin salud mental, no hay salud, punto!
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