Foto por: ONU
La educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de enero Día Internacional de la Educación, en celebración del papel que la educación desempeña en la paz y el desarrollo.
Sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y adultos.
En la actualidad, 244 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar y 771 millones de adultos son analfabetos. Su derecho a la educación está siendo violado y es inaceptable. Es hora de transformar la educación.
Como pluma invitada nos acompaña la Dra. Nadia De León, Directora del Centro de Investigación Educativa de Panamá.
En el marco del día internacional de la educación, consideremos la situación actual nacional y de qué maneras podemos contribuir a enfrentarla. El sistema educativo panameño se enfrenta a considerables retos de calidad y equidad. Estos retos son exacerbados y a su vez empeoran la inequidad socioeconómica ya existente en el país. En Panamá, el índice socioeconómico de la familia es la variable documentada de mayor impacto en los aprendizajes de los estudiantes, un impacto comparativamente mayor en referencia a otros países de la región. Además, Panamá es un país muy desigual. El 10% de las familias más ricas de Panamá tenían 37,3 veces más ingresos que el 10% de las más pobres (Encuesta del Mercado Laboral 2015, MEF). Y mientras que a nivel nacional alrededor del 20% de las familias se encuentran en pobreza multidimensional, en la comarca indígena Ngäbe-Buglé este es el caso para el 95% de las familias (PNUD).
Hay una estrecha correlación entre la capacidad de aprender y la salud física y socioemocional de los niños, pero incluso antes de la pandemia el 28% de nuestros niños menores de 5 años sufrían de desnutrición (MINSA), y casi la mitad de nuestros jóvenes que deberían estar en educación media no asiste a la escuela (UNICEF). Es sabido, sin embargo, que los jóvenes con mayor acceso a educación serán futuros ciudadanos con mayor esperanza y calidad de vida. El acceso a la educación y la atención temprana es una variable de alto impacto en este proceso. Sin embargo, solo el 6% de los niños menores de 3 años estaba inscrito en algún programa de educación inicial (MINSA), y la asistencia a preescolar en el país es baja (MIDES, MEDUCA).
De la misma manera, las escuelas y aulas con un mínimo de infraestructura y recursos educativos permiten a los estudiantes el acceso a oportunidades de aprendizaje esenciales. En Panamá, según el análisis de los resultados de PISA 2018, Panamá se encuentra entre los países con mayor desigualdad de recursos entre colegios, y más del 80% de los estudiantes carecen del material educativo necesario o tienen material de mala calidad; y estudian en escuelas faltas de infraestructura física o con infraestructura inadecuada (OECD). Adicionalmente, durante la pandemia la situación fue todavía peor porque los estudiantes panameños estuvieron entre aquellos con más tiempo de pérdida de educación presencial en todo el mundo (Banco Mundial, UNESCO, UNICEF).
Ante la crisis, como ciudadanos, y por medio de la responsabilidad social empresarial, debemos apoyar políticas públicas e intervenciones directas que se enfoquen en áreas prioritarias de máximo efecto. La data demuestra que los sistemas que no invierten un mínimo requerido por estudiante, no logran los objetivos esperados, y por eso la UNESCO recomienda que para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no solo el cuarto, sino todos, dado su estrecha interrelación, los países deben invertir el 6% del producto interno bruto en educación. Para que esa inversión sea eficaz, debe gestionarse de manera eficiente, y nuestro sistema enfrenta importantes retos organizacionales, incluyendo la necesidad de profesionalizarse y distanciarse de los vaivenes políticos para dar paso a la toma de decisiones basadas en evidencia y sostenidas en el tiempo. Mientras tanto, programas como Mi Escuela Primero, Una Empresa Un Aula, Aprender y Crecer han suplido necesidades inmediatas de infraestructura y recursos en escuelas que sigue siendo importante. De la misma manera, múltiples programas como ProFuturo, ProEd, y Enseña por Panamá proveen capacitación a docentes, más allá de la ofrecida por el sistema oficial. Entendemos que es el docente el que marca finalmente la diferencia más importante en la experiencia de aprendizaje de cada niño y sus resultados. Lo que vive cada niño en su aula es la educación que genera curiosidad, creatividad y capacidad de análisis; o, por el contrario, las atrofia. Es ahí a donde queremos llegar.
Urge que todos los sectores del país velemos por proyectos profundamente transformadores para generar un ecosistema que permita formar y apoyar a docentes que ejecuten y lideren un sistema educativo de calidad. Entre estos: una Universidad Pedagógica con altos estándares académicos y un sistema de administración que permita alcanzarlos y mantenerlos; un Instituto de Perfeccionamiento y Bienestar Docente que ofrezca capacitación continua a largo plazo y con seguimiento en aula relevante a las necesidades escolares; así como procesos sólidos de evaluación educativa que permitan informarnos sobre dichas necesidades, y de incidencia en la toma de decisiones basada en evidencia generada por medio de investigación local relevante de alto rigor. Adicionalmente, las intervenciones más urgentes en las que enfocar esfuerzos deberían estar enfocadas en las poblaciones con más necesidades para contrarrestar la inequidad, y deberían incluir: disminuir la exclusión educativa en la educación secundaria, aumentar la cobertura en educación inicial y preescolar, implementar programas de recuperación y nivelación académica, atender el desarrollo humano de salud y piscoeducativo de manera integral, así como profesionalizar y estabilizar la gestión eficiente del sistema.
Dentro de estas rutas prioritarias, cada organización y cada individuo tendrá múltiples maneras de incidir, empezando por lo que aceptamos y defendemos políticamente como miembros de la sociedad, pasando por aquello que apoyamos económicamente o a lo que donamos nuestro tiempo y conocimientos, y agregando alianzas institucionales que pueden contribuir a resolver muchos de los retos específicos que nos quedan por enfrentar. Es un amplio menú a la carte, ¡no se queden sin participar!
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