Ciencia como contribución para la Paz y el Desarrollo

Cada 10 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, el cual promueve que los ciudadanos estén informados sobre los avances científicos, creando sociedades más sostenibles, al tiempo que favorece la comprensión sobre la fragilidad del planeta en el que vivimos.

La ciencia es la herramienta que el ser humano ha creado tanto para comprender el mundo que le rodea, como para aplicar esos conocimientos en su beneficio y tiene, además, un papel en la construcción de la paz al fomentar la cooperación internacional para alcanzar el desarrollo sostenible.

Los objetivos de este día son:

  • Reforzar la sensibilización pública sobre el papel de la ciencia para tener sociedades pacíficas y sostenibles.
  • Promover la solidaridad nacional e internacional para compartir la ciencia entre países.
  • Renovar el compromiso nacional e internacional para el uso de la ciencia en beneficio de las sociedades.
  • Mostrar los desafíos a los que se enfrenta la ciencia y fomentar el apoyo a la labor científica.

Para abordar el tema tenemos como pluma invitada a Rolando A. Gittens, ingeniero investigador y coordinador de INDICASAT AIP.

En los últimos años se ha estado escuchando más y más la importancia de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para garantizar el progreso futuro y equitativo del mundo, y lograr contrarrestar el impacto de los problemas más complejos que enfrenta la humanidad (“wicked problems”). El cambio climático, la pérdida de biodiversidad global, la pobreza, el hambre, la paz y la justicia, por ejemplo, son retos tan grandes que resulta abrumador pensar en resolverlos y es difícil saber por dónde comenzar. La mayoría de estos problemas tienen un aspecto científico o tecnológico como parte de su causa o solución. La realidad es que probablemente no haya una sola manera de resolver algunos de estos temas, y esa realidad la ha tenido que vivir en vivo y en directo el mundo entero durante la pandemia de COVID-19. 

La ciencia y la tecnología se convierten, entonces, en una de las principales herramientas que tenemos para comenzar a ofrecer opciones y caminos que explorar, para que como sociedad podamos atender de manera proactiva estos temas. Las científicas y científicos son los responsables de hacer el trabajo duro y tedioso de estudiar estos temas, colectar datos y analizarlos para poder generar nuevo conocimiento o, inclusive, tecnologías que, aunque no siempre se visualice su conexión directa con el tema, aporten a las discusiones prioritarias de la sociedad. Cabe resaltar que, probablemente, una científica o científico solo en su campo no será la que encuentre la solución, sino que el poder colectivo de la comunidad científica con su capacidad interdisciplinaria y en estrecha colaboración transdiciplinaria con el resto de los actores involucrados, será la que pueda informar a los tomadores de decisión para encontrar el mejor camino que seguir.      

Según datos del Informe de la Ciencia de la UNESCO 2021 para 86 países, algunos dedican menos del 10% de su gasto en investigación a las ciencias básicas y otros más del 30%. ¿Deben los países invertir más recursos en la ciencia? ¿Por qué? ¿Cómo está Panamá en este tema?

En realidad, el cálculo de la inversión en “ciencia” de los países se mide específicamente en la inversión que hacen para los temas de investigación y desarrollo, o el famoso I+D, como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). Informes de la UNESCO, del Banco Mundial y la OECD indican que con inversiones mayores al 1% es cuando realmente se pueden comenzar a ver los impactos de la ciencia en el desarrollo social y económico de una nación, la educación, la competitividad, la creación de empleos y la formulación de políticas públicas informadas en evidencia. No es coincidencia que los países que más invierten en estos temas son algunos de los países más desarrollados en el mundo, como por ejemplo Israel (5.4%), Corea del Sur (4.8%), Suecia (3.5%) y Estados Unidos de América (3.5%). 

Panamá actualmente invierte un 0.08% de su PIB en I+D, una cifra muy por debajo del promedio de la región de América Latina y el Caribe (0.67%) y que no se justifica por los niveles de ingreso del país que lo ubican como país de renta alta en la clasificación del Banco Mundial desde el 2017. Esta designación de país de renta alta resulta como un doble golpe a la comunidad científica, que no recibe el presupuesto que necesita del Estado y ahora tampoco puede aspirar a fondos internacionales que en su mayoría solo están destinados a países de ingresos bajos o medios. A mi me gusta comparar la situación precaria de la ciencia y su potencial, con el Canal de Panamá.  A todos nos gusta escuchar, y a las autoridades les gusta vocear, los B/.2,544.6 millones que están proyectados para el 2023 como aportes al Tesoro Nacional, lo más alto en su historia. Estas ganancias que genera el Canal para el país, que por supuesto van más allá del dinero, requieren un “gasto” en presupuesto operativo del canal de casi un 3.4% del PIB. Estoy seguro que si logramos alcanzar el 1% del PIB invertido en I+D, como prometió el actual gobierno, la ciencia podrá ser otro gran motor de la economía panameña que le aportaría al Tesoro Nacional réditos similares. 

Reconocimiento al personal de la ciencia

Como dice la conocida expresión, nadie es profeta en su propia tierra. Me atrevería a decir que algunos de nuestras científicas y científicos más reconocidos son mejor conocidos fuera del país que en nuestro propio patio. Pero poco a poco la situación está cambiando gracias reconocimientos como el de la Sociedad de Ingeniería y Medicina en Biología (IEEE-EMBS), y varios otros premios que han ganado miembros de la comunidad científica local recientemente y en los últimos años. Los espacios que se han ido ganando en los medios de comunicación para popularizar la ciencia también han sido clave, como el trabajo que hace la organización Ciencia en Panamá, y los segmentos de televisión como Mentes Curiosas que resalta los logros de científicas panameñas. Todos estos esfuerzos, y más, son necesarios para lograr inspirar a la futura generación de científicas y científicos que hoy probablemente recién están entrando a la escuela.

Panamá y sus aportes al avance de la ciencia de alta tecnología

Sin duda Panamá tiene el talento para realizar descubrimientos y aportar al conocimiento mundial. Lo hemos estado haciendo por décadas desde instituciones que fueron o siguen siendo lideradas por los Estados Unidos, y lo seguimos haciendo hoy desde instituciones creadas por panameños enfocadas en las prioridades nacionales. Lo veo en cada oportunidad que tengo de dar una charla en una escuela o universidad, y puedo hablar con la fila de estudiantes que me espera para hacerme excelentes preguntas sobre mi tema. Tenemos el talento, el recurso más valioso, y lo que nos hace falta es el recurso económico para sostenerlo en el tiempo y darle las herramientas que necesita. 

En mi caso, sigo trabajando en temas que inicié durante mi tesis en Georgia Tech, con una beca por mérito SENACYT-IFARHU, sobre biomateriales y dispositivos médicos para la regeneración de tejidos humanos como el hueso, en el caso de osteoporosis y lesiones óseas por accidentes o cáncer, y el cerebro en caso de ataques cerebrovasculares isquémicos (o “derrames”). Es un campo fascinante, en el que los estudios pueden demorar 10 o 15 años para lograr llegar a convertirse en terapias en la clínica, en los pocos casos que se tiene suerte, pero el impacto en cientos de miles de personas a nivel mundial justifica el esfuerzo. Sin embargo, también trabajo en una iniciativa que comenzó por la pandemia, de fabricación local de insumos y dispositivos médicos que estuvieron en escasez global, como los medios de transporte viral (MTV). La inversión en infraestructura que se ha hecho en el INDICASAT-AIP, en la Ciudad del Saber, y la experiencia que tenemos trabajando en estos temas nos permitió responder de manera rápida y poder suplir al sistema de salud pública con más de 100,000 unidades de MTV desde que inició la pandemia.

“Necesitamos más científicos presentes en la toma de decisiones en el sector empresarial, pero también más empresarios y productores participando en las estrategias de la ciencia.” ¿Qué piensa usted de esta premisa? ¿Debe la ciencia impactar más en el sector empresarial y viceversa? ¿Puede mencionar ejemplos de cómo las empresas pueden contribuir a la ciencia y consecuentemente a la sostenibilidad?

100% de acuerdo! Somos un país tan pequeño, que no logro explicarme cómo no logramos reunirnos más seguido las y los científicos, productores y empresarios. Pero me queda claro que es el eslabón que hace falta fortalecer para conseguir un mejor presupuesto y mostrar el impacto de la ciencia en el Panamá. Y debo aclarar que la relación no debe ser solo desde la perspectiva del “patrocinio” y la responsabilidad social empresarial. Por el contrario, la inversión del Estado en I+D debe verse como una inversión directa en la competitividad del sector productivo, y a la vez las empresas deben invertir directamente en I+D local para resolver sus problemas e innovar en sus nuevos productos. La sociedad está exigiendo que las empresas que representan los productos que consumen, sean socialmente responsables y sostenibles. Por ende, las empresas tendrán que invertir en I+D y acercarse a la comunidad científica para lograr la sostenibilidad. También los Centros de Investigación están explorando la posibilidad de lanzar emprendimientos privados de base científica, y se hace necesario interactuar con especialistas en negocios. 

Y la juventud, ¿cómo los acercamos más a las carreras de ciencias e innovación?

Este es uno de los pocos casos en los que Hollywood, los videojuegos y los celulares realmente nos ayudan con el futuro de nuestros hijos. La juventud ya está convencida de lo importante que es la ciencia y la innovación. Hay que aprovechar la popularidad del universo Marvel, Minecraft y Google, y solo nos toca asignar los recursos necesarios para tener instituciones con la infraestructura y equipamiento adecuado, que pueda recibir al recurso humano mejor capacitado, con un desarrollo profesional bien establecido que refleje un crecimiento personal y económico digno de los mejores cerebros de nuestro país. 

Tanto el sector científico como el empresarial están trabajando fuertemente por avanzar en alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Panamá tiene talento científico en muchas áreas que las empresas todavía no logran aprovechar al máximo, en parte porque los científicos locales no nos damos a conocer ni nos tomamos el tiempo de entender las prioridades de la empresa. No me queda duda de que en la medida que podamos trabajar más juntos, incluyendo a tomadores de decisión, podremos avanzar a un mejor ritmo. Solo estamos a unos pocos casos de éxitos de lograrlo.  

La Sociedad de Ingeniería en Medicina y Biología del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (EMBS-IEEE, siglas en inglés) reconoció la trayectoria del científico panameño, entre ellos al dr. Gittens por sus contribuciones en el desarrollo de productos y procedimientos relacionados con biomateriales, diferenciación celular, descubrimiento de biomarcadores y liderazgo de nuevas iniciativas en este campo de la ciencia, galardón que celebraron líderes de EMBS-IEEE y de IEEE.