La Importancia de la Salud Mental: Descripción general y su impacto en la vida de las personas

Antes de la llegada del COVID-19, la salud mental no siempre recibía la atención y el reconocimiento que merecía en la sociedad. A menudo, se subestimaba la importancia de la salud mental y se le consideraba un tema secundario en el marco de la salud pública (The Lancet Regional Health, 2022). Esto llevaba a que muchas personas no buscaran ayuda o apoyo adecuado para sus problemas de salud mental, ya sea por falta de información o por el estigma asociado a este tipo de condiciones.

En el entorno laboral, el tema de la salud mental también era pasado por alto en muchas organizaciones. Aunque algunas empresas implementaban programas de bienestar, estos no siempre abordaban de manera integral las necesidades emocionales y mentales de sus empleados, en especial aquellos aquejados por un trastorno mental con características incapacitantes.

Hoy sabemos que un creciente número de personas trabajadoras enfrentan condiciones de salud mental que les afecta tanto a ellos/as, como a las organizaciones en las que laboran y a los otros empleadores.

En contextos organizacionales en donde no se visibilicen las necesidades de salud mental las personas se verán obligadas a hacer uso de sus propias estrategias de afrontamiento. Algunas de estas estrategias serán negativas, como por ejemplo el abuso de sustancias, las prácticas autolesivas, los intentos se supresión u ocultamiento de síntomas, o la autoexigencia de trabajar a pesar de no sentirse en capacidad de hacerlo (Hennekam, Richard, & Grima, 2020).

Una organización y equipo sensible, entrenada y capacitada para responder a las necesidades de los y las trabajadores/as con necesidades de salud mental, generan espacios laborales que propicien el desarrollo de estrategias de afrontamiento positivas en las personas que enfrentan trastornos de salud mental tales como la auto aceptación de su condición,  favorecerán el uso flexible del tiempo que necesita el trabajador/a para Re balancearse, el acceso a servicios de consejería, psicoterapia y acceso a medicación en caso de requerirse, propiciarán las actividades de autocuidado, la comunicación transparente con líderes y especialistas, y el despliegue de factores internos de afrontamiento y compensación.

Revalorización de la salud mental como aprendizaje en la post pandemia

La irrupción de la pandemia por el COVID-19 supuso un cambio significativo en la forma en que percibimos y abordamos la salud mental. La crisis sanitaria, social y económica generada por la pandemia puso de manifiesto la importancia crucial de cuidar nuestra salud mental. Los confinamientos, la incertidumbre laboral y la preocupación constante por la salud propia y de los seres queridos impactaron de manera profunda en la salud mental de las personas.

Sin embargo, esta difícil situación también permitió un cambio positivo: una revalorización de la salud mental como un aspecto fundamental del bienestar humano. La pandemia enseñó a las personas a ser más conscientes de sus emociones y a entender que buscar ayuda y apoyo emocional es una fortaleza, no una debilidad. La aceptación de la salud mental como un tema prioritario se tradujo en una mayor disposición a hablar sobre los problemas mentales y buscar soluciones adecuadas.

Descripción general de la salud mental y su impacto en la vida de las personas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad” (OMS, 2014)

Aunque la OMS publicó su primera definición de salud mental en 1948, esta ha ido actualizándose con los años. Su última versión aporta una visión positiva de la salud mental, que valora la capacidad para afrontar el estrés, manejar las emociones, mantener relaciones saludables como indicadores de salud, y no solo como la ausencia de enfermedad mental.

Especialmente relevante para nuestra guía es el énfasis que esta definición da al trabajo y la sensación de productividad, como fuente de bienestar emocional y como indicador de disfrute pleno de la salud mental.

De esta forma, la salud mental será un factor importante en el éxito laboral. Cuando las personas están mentalmente sanas, son más productivas, creativas y tienen relaciones positivas con sus compañeros de trabajo. Por otro lado, cuando las personas tienen problemas de salud mental, pueden tener dificultades para concentrarse, tomar decisiones, cumplir con los plazos y mantener relaciones positivas con sus compañeros de trabajo.

Los y las líderes de organizaciones deben ser conscientes de que las condiciones y características del trabajo y el estado de salud mental de las personas se influyen recíprocamente (De Lange, Taris, Kompier, & Houtman, 2005).

Determinantes de la salud mental

La salud mental está influenciada por diversos factores, tanto internos como externos, que pueden afectarla de manera positiva o negativa y cambiar nuestra situación en relación con este aspecto.  A estos factores se les llamada determinantes de la salud mental, y pueden entenderse como factores de protección y de riesgo para presentar trastornos de salud mental o, incluso, crisis de malestar emocional incapacitante. (OMS, 2022)

Los riesgos relacionados con la salud mental pueden manifestarse en diferentes etapas de la vida, siendo especialmente perjudiciales durante momentos sensibles del desarrollo, como cuando se presentan en la primera infancia.

Por otro lado, también existen factores de protección que acompañan a las personas a lo largo de toda la vida y les ayudan a ser más resilientes ante los desafíos. Estos incluyen habilidades sociales y emocionales individuales, relaciones positivas con otras personas, acceso a una buena educación, oportunidades laborales adecuadas, vivir en entornos seguros y tener una red de apoyo social, entre otros.

Es importante tener en cuenta que cada factor de riesgo o de protección tiene un impacto limitado en términos predictivos. No todas las personas expuestas a factores de riesgo desarrollarán problemas de salud mental, al igual que muchas personas que no están expuestas a factores de riesgo conocidos pueden experimentar afecciones de salud mental.

En última instancia, la interconexión e interacción de estos factores entre sí tenderán a mejorar o deteriorar la salud mental y el bienestar emocional de las personas.

Algunos determinantes de la salud mental son:

Determinantes biológicos: Los determinantes biológicos se refieren a factores inherentes al organismo y su funcionamiento que influyen en la salud mental. Esto incluye aspectos genéticos, la química cerebral, la estructura cerebral y otros procesos biológicos.

Ejemplo de factor de riesgo: Una predisposición genética a trastornos del estado de ánimo, como la depresión mayor, aumenta el riesgo de desarrollar esta condición.

Ejemplo de factor de protección: Un equilibrio adecuado de neurotransmisores y factores genéticos protectores pueden ayudar a reducir el riesgo de ciertos trastornos mentales.

Determinantes sociales: Los determinantes sociales se refieren a los factores del entorno social y cultural en donde las personas viven, nacen, crecen, envejecen y trabajan en su día a día.  Esto incluye aspectos económicos, sociales, culturales e incluso políticos; así como las construcciones y representaciones sociales sobre la salud y la enfermedad mental que se tengan en las comunidades en donde habitan las personas (Leiva-Peña, Rubi-Gonzalez, & Vicente-Parada, 2021).

Ejemplo de factor de riesgo: La pobreza y la inequidad socioeconómica están fuertemente correlacionadas con la probabilidad de desarrollar un trastorno mental. Esto se evidenció durante la pandemia por el COVID-19, cuando se documentó que, si bien la pandemia impactó la salud mental de la población general, este impacto fue especialmente profundo en las poblaciones con menores ingresos económicos (Kikuchi, Machida, & Nakamura, 2021).

Ejemplo de factor de protección: Un entorno social que fomente la inclusión, el apoyo emocional y la aceptación puede actuar como un factor de protección para la salud mental.

Determinantes psicológicos: Los determinantes psicológicos se refieren a los procesos mentales y emocionales propios de cada individuo que influyen en la salud mental. Esto incluye aspectos como el autoconcepto, las estrategias de afrontamiento y la capacidad de resiliencia (Maitta Rosado, Cedeño Parraga, & Escobar Garcia, 2018).

Ejemplo de factor de riesgo: Experiencias de violencia, abandono o negligencia durante los primeros años de vida, pueden aumentar la predisposición a trastornos mentales como la ansiedad y la depresión.

Ejemplo de factor de protección: El tener oportunidad de desarrollar habilidades de afrontamiento saludables y una alta resiliencia pueden ayudar a proteger la salud mental frente a situaciones estresantes.

Determinantes estructurales: Los determinantes estructurales se refieren a los factores relacionados con las políticas, sistemas y estructuras sociales que influyen en la salud mental. Esto incluye aspectos como el acceso a servicios de salud mental, políticas de salud mental, políticas educativas y políticas de bienestar social. (OMS, 2022)

Ejemplo de factor de riesgo: La falta de acceso a servicios de salud mental y políticas públicas inadecuadas pueden dificultar el tratamiento y apoyo a personas con trastornos mentales.

Ejemplo de factor de protección: La implementación de políticas que promuevan el acceso a servicios de salud mental de calidad y la sensibilización pública sobre la importancia de la salud mental pueden actuar como factores de protección.

Es importante tener en cuenta que estos determinantes interactúan entre sí y pueden variar según la situación y la etapa de la vida de cada individuo. Al abordar la promoción de la salud mental en el entorno laboral, es esencial tener en cuenta estos factores y adoptar un enfoque integral que promueva un ambiente de trabajo saludable y solidario para todos los empleados.

Salud mental y Derechos Humanos

La salud mental se considera un derecho humano porque está estrechamente vinculado al bienestar y la dignidad de las personas. En su artículo 25, la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada por las Naciones Unidas en 1948, establece que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure a sí mismo y a su familia, la salud y el bienestar (ONU: Asamblea General, 1948).

Más adelante, tratados y convenios internacionales sobre derechos humanos, como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, también reconocen el derecho a la salud, que incluye la salud mental (Naciones Unidas, 1966).

Mucho más recientemente, la salud mental fue incluida dentro de las Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente en el ODS 3: Salud y Bienestar. Dentro de este objetivo, se incluyen metas específicas para reducir la tasa de mortalidad por suicidio, así como para abordar los trastornos mentales y las adicciones.

No obstante, y como se ha señalado antes, el disfrute amplio de la salud mental se relaciona con el acceso a otros derechos humanos facilitadores. Por ello, el avance en materia de salud mental se relaciona con el logro de otros ODS tales como educación de calidad (ODS 4), Igualdad de Género (ODS 5), Trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8) y Reducción de las desigualdades (ODS 10).

Especial relevancia tiene, para los fines de esta guía, el reconocimiento de la relación entre el trabajo decente y la salud mental, dada la evidencia que sugiere que el estar sujeto a condiciones de trabajo decente se relaciona a la mejora en la situación de salud mental de las personas, dado que facilita la satisfacción de necesidades individuales y familiares básicas. (Duffy, Kim, & Gensmer, 2019)

Nuevamente es posible evidenciar la relación recíproca entre el disfrute de la salud mental como un derecho humano, y el acceso y disfrute a otros derechos humanos. La salud mental es fundamental para el pleno desarrollo y participación en la sociedad, así como para el goce de otros derechos humanos, como el derecho a la educación, el empleo, la vivienda y la participación en la vida cultural y política. Una buena salud mental permite a las personas vivir una vida plena y satisfactoria, disfrutar de relaciones sociales significativas, ser productivas en el trabajo y enfrentar los desafíos de la vida de manera resiliente.

Reconocer la salud mental como un derecho humano implica que los gobiernos y las instituciones tienen la responsabilidad de garantizar el acceso a servicios de salud mental adecuados y de calidad, así como de promover políticas y programas que protejan y promuevan la salud mental de toda la población. Esto incluye la eliminación del estigma y la discriminación asociados a los trastornos mentales, y la creación de entornos propicios para el bienestar psicológico.

Marco legal de la salud mental en Panamá:

Ley 364 del 6 de febrero de 2023 sobre Salud Mental

Esta Ley tiene por objetivos desarrollar el derecho humano a la salud mental en Panamá y garantizar su cobertura y atención a nivel nacional mediante la promoción, prevención y tratamiento de los padecimientos mentales.

La ley tiene como objetivo:

  1. Proteger la salud mental y el bienestar de las personas.
  2. Garantizar el respeto a la dignidad de las personas con padecimientos mentales.
  3. Garantizar el acceso a servicios de calidad para la atención de la salud mental.
  4. Asegurar la no discriminación de las personas con padecimientos mentales.
  5. Prevenir padecimientos de salud mental.
  6. Reducir los índices de suicidios.
  7. Reducir los estigmas y prejuicios relacionados con la salud mental.
  8. Incorporar una perspectiva de derechos humanos en la atención de la salud mental.

Los puntos más relevantes de esta ley los siguientes:

  • El Estado se compromete a brindar servicios de atención de salud mental públicos y gratuitos a toda persona que requiera tratamientos para su salud mental.
  • Las compañías de seguro no podrán discriminar a personas con padecimientos de salud mental en la contratación de una póliza de seguro de vida o salud.
  • Los centros de salud privados que brinden atención a personas con padecimientos mentales, conductuales y del neurodesarrollo no podrán negarse a prestar asistencia psicológica y médica a las personas que presenten una crisis de salud mental.
  • Las instituciones educativas públicas y privadas de todos los niveles académicos, organizaciones gubernamentales y entidades públicas planificarán y llevarán a cabo programas educativos que promuevan el bienestar mental, prevención del deterioro mental y sensibilización sobre las personas con problemas de salud mental y en proceso de rehabilitación, especialmente cuando se trate de niños y adolescentes.

Ley 174 de 2 de noviembre de 2020, que establece el marco jurídico del abordaje integral de las conductas de riesgo suicida.

Mediante esta ley se declara de interés nacional las acciones del abordaje integral y oportuno de las conductas de riesgo suicida. Su objetivo es disminuir la incidencia de las conductas suicidas, a través de acciones intersectoriales, interdisciplinarias y comunitarias destinadas a la sensibilización, formación, investigación y capacitación; así como a la atención y rehabilitación de personas en riesgo de conductas suicidas, sus familiares y personas afectadas.

Los puntos más relevantes de esta ley son los siguientes:

  • Se crea la Comisión Nacional para el abordaje integral de las conductas de riesgo suicida.
  • Determina las funciones que, en materia de abordaje integral de las conductas de riesgo suicida, deben ser asumidas por el MINSA como ente rector de la salud en Panamá.
  • Ordena medidas de prevención enmarcadas en la salud como derecho humano fundamental.
  • Garantiza la atención a personas en riesgo de conducta suicida en el sector público y privado.
  • Se ordena la elaboración de un protocolo único de intervención para la atención integral de personas en situación de riesgo de conducta de riesgo suicida, y se hace obligatoria su aplicación en el sector público y privado.