Por: Karol King, Ingeniera en Manejo Ambiental graduada de la Universidad de Panamá, con Maestría Ciencia Ambientales y Manejo de Recursos Naturales. Técnico en Formación de Igualdad de Género y un Postgrado en Administración de Proyectos Ambientales con enfoque PMI.
Sostenible…¿hace cuánto escuchamos la palabra “sostenibilidad” en la existencia de las acciones humanas?. Este término lo hemos acoplado al discurso que rodea al medio ambiente y a los sistemas de desarrollo. El origen más asertivo -o ambiguo- se lo debemos a la Asamblea General de Naciones Unidas en 1983, dónde ya no solo se habla de sostenibilidad, sino también de desarrollo. Posteriormente, en 1987, en el informe, “Nuestro Futuro Común” definen el desarrollo sostenible como el “desarrollo que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro de satisfacer sus propias necesidades”.
Ahora, ¿cómo esto lo llevamos a un contexto de Gestión Ambiental Empresarial?, En el Foro Económico Mundial de 1999, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, hizo un llamado a los líderes de empresa a sumarse al “impacto global”, para que sus empresas integren responsablemente a la sostenibilidad de sus estrategias y operaciones en los principios básicos de derechos humanos, trabajo, medioambiente y lucha contra la corrupción. En este contexto, ¿cómo las empresas con décadas de existencia y hacer siempre lo mismo en sus sistemas productivos o aquellas emergentes asumen nuevos desafíos?. El primer paso es comprometerse a incorporar dinámicas en sus negocios y operaciones que sean responsables ambientalmente y sostenibles económicamente.
El primer paso es el cambio interno. Es promover la conciencia de que vivimos todos/as dentro de los límites de la capacidad de carga de nuestra tierra, que los recursos son finitos y que no hay posibilidad racional de largo plazo al ritmo que llevamos en la actualidad. En otras palabras, es un tema de la propia sobrevivencia de nuestra especie.
Para esto, las empresas deben adoptar estilos de producción y procesos que respeten los límites de la naturaleza, que integren tecnología moderna -ajá ¿a qué costo?- es siempre la pregunta, sin embargo les cuento que Ronald Cohen, precursor y líder en el impulso de la inversión de impacto del centro Harvard Business School en su estudio Cuentas ponderadas por impacto (IWA, Impact Weighted Accounts), detalla que la empresas generan daños ambientales equivalente a una 32% casi un tercio equivalente al 25% de sus ganancias financieras. Ese cambio representa en el tiempo la mayor inversión y te permite tener esa “sostenibilidad” respetuosa con el medio ambiente.
No podemos obviar que los sistemas de producción utilizados siempre tendrán impactos (positivo o negativos) a nivel económico, social y ambiental, que son imprescindibles para la reingeniería del sector. La evolución convergente de nuestros días nos lleva a gestionar acciones importantes, para no aumentar nuestra huella ambiental, por ejemplo, nuevas tecnologías para disminuir el excesivo consumo de energía en las distintas etapas de transformación de la materia. Estas nuevas acciones desde el pensamiento convergente, está llevando a las distintas empresas a repensar, a reinventarse, para cambiar la vida, pues es cierto que la ciencia nos deslumbra, pero la reingeniería nos cambia.
La economía global apunta a diseños innovadores, a nuevas formas de transporte y embalaje y reducir para atender de forma conjunta la grave problemática de la contaminación en la región. La visión de sostenibilidad a largo plazo ha estado ausente en la mayoría de las actividades económicas y el desarrollo, sin embargo, ya es inminente un cambio, y diría que casi obligado.
En Panamá ya tenemos muchas empresas que han sido galardonadas por ser sostenibles realizando sus actividades con eficiencia ambiental, generando ahorro energético, haciendo un manejo adecuado del agua y promoviendo mejores prácticas de menor impacto para el entorno natural.
Además, MERCO (Monitor Empresarial de Reputación Corporativa) viene haciendo una evaluación de las empresas panameñas y/o aquellas con presencia en nuestro país con mayor reputación empresarial dado por los indicadores de desarrollo de cada una y sus acciones en motivación de un desarrollo sostenible, dando así un ranking de 100 empresas y espacios que son galardonados. Las empresas han alcanzado un nivel de madurez importante con las iniciativas que son necesarias para emprender en estos pininos de la Gestión Ambiental Empresarial, tal es el caso del programa Reduce Tu Huella que lleva adelante el sector privado y el Ministerio de Ambiente.
Nos queda la reflexión de algunas áreas de transformación empresarial para la gestión ambiental, que a mi criterio, son prácticas sostenibles que podemos ya empezar a trabajar, estas son: economía circular, energías renovables, huella de carbono y la resiliencia a los desastres. Estas prácticas nos llevan al ciclo de desarrollo del conocimiento sobre el medioambiente y la biodiversidad, y así la estrategia de crecimiento sostenible. Para esto, el segundo paso clave es la generación de alianzas entre empresas y sectores que faciliten alcanzar el desarrollo sostenible.
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