La última ronda de conversaciones mundiales sobre el clima se celebra del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021 en Glasgow (Reino Unido). Miles de delegados gubernamentales y representantes de la sociedad civil, las empresas y los medios de comunicación se reúnen para impulsar la acción por el clima. El mundo entero observa mientras se exige que los líderes nacionales estén a la altura del momento, dada la creciente crisis climática.
En el marco de este encuentro nuestra pluma invitada Cristián Mosella, Director Ejecutivo de EnergyLab.
Durante las primera dos semanas del mes de noviembre se estará realizando en Glasgow, Escocia, la vigésima sexta versión de la Cumbre del Clima (COP26), luego de una inédita decisión de cancelación de la edición del año 2020 producto de la pandemia del Covid-19.
Lamentablemente, los países llegan a esta cita tremendamente golpeados producto de las dificultades sanitarias y económicas que ha traído la pandemia, a lo que se suman los déficits energéticos observados en varios países, los quiebres en las cadenas de suministro, un proceso de inflacionario global galopante y una vorágine por la búsqueda de recuperar la “normalidad” pre Covid-19.
Pero esa añorada “normalidad” dista mucho de ser lo que era. Durante los últimos años nuestro planeta ha manifestado fehacientemente un clima más hostil. Las recurrentes sequías y olas de calor en los veranos han traído masivos incendios, contraponiéndose con las inundaciones durante el invierno en Europa y Asía; mientras que los records de temperatura en todas las partes del globo son quebrados año tras año.
Y lo anterior no es solo un tema de percepciones. Durante agosto de 2021 el Panel Intergubernamental de Cambio Climático ha liberado el primer capítulo, sobre las bases físicas del clima, correspondiente a su “Sexto Reporte de Evaluación” (AR6, por sus siglas en inglés)[1]. Este documento muestra hallazgos científicos realmente contundentes y abrumadores:
- Las concentraciones atmosféricas de CO2 son más altas que en cualquier momento en al menos 2 millones de años;
- La temperatura global de la superficie terrestre ha aumentado más rápido que en cualquier otro período de 50 años, durante al menos los últimos 2000 años;
- El nivel medio del mar se ha elevado más que en cualquier otro siglo previo, en al menos los últimos 3.000 años;
- El océano global se ha calentado más rápido durante el último siglo que desde el final de la última transición deglacial, hace unos 11.000 años;
- Cada una de las últimas 4 décadas ha sido más cálida que cualquiera desde 1850;
- Muchos cambios debidos a las emisiones pasadas y futuras de gases de efecto invernadero serán irreversibles durante siglos o milenios, especialmente aquellos ligados al océano, las capas de hielo y el nivel medio del mar.
Y como si lo anterior no fuese suficiente, el reporte “Análisis de Síntesis de las NDC”[2] de septiembre de 2021 de la Convención Marco de Naciones Unidas contra el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), confirma que los compromisos de descarbonización actuales de los países son altamente insuficientes, encaminando al planeta al año 2100 a un sobrecalentamiento de 2,7ºC respecto de los niveles pre-industriales (muy por sobre las expectativas de 1,5ºC del Acuerdo de Paris).
Si bien este panorama es desolador, y la ventana de tiempo para una acción climática ambiciosa y decidida se agota a pasos agigantados, aún hay esperanza. Y ésta se ancla principalmente en la capacidad que tengan los líderes empresariales para comprometerse voluntariamente con trayectorias de descarbonización alineadas con la ciencia.
A la fecha, solo la iniciativa Science Based Targets[3], impulsada por CDP, WRI, WWF y el Pacto Global de Naciones Unidas, cuenta con más de 2.000 compañías comprometidas, habiendo presentado un incremento en las solicitudes de 148% respecto de sólo hace unos meses atrás. Organizaciones que representan más de 20% del mercado global, están presentes en mas de 60 países y se desenvuelven diversos sectores de la economía (como cemento, acero y generación de energía, entre otros).
Las compañías que han entendido la necesidad de ser parte de la solución no solo han mostrado un buen desempeño en cuanto a emisiones de CO2 (~25% de reducción en el período 2015-2019), sino que además han dado cuenta de mejoras en su rentabilidad, la confianza de sus inversionistas, impulsos a la innovación, menos incertidumbre regulatoria e incrementos reputacionales. Lo que confirma que esta tendencia será la norma en muy breve plazo…y es justamente ahí donde radica la luz de esperanza.
Así, en medio de un contexto de urgencia climática, y como una manera de facilitar el proceso dentro de las compañías, desarrollaos el programa ForThePlanet[4]. El cual busca proveer a las organizaciones de las herramientas necesarias para que puedan medir, gestionar y comunicar en línea cómo evolucionan sus emisiones de gases de efecto invernadero, de cara a los trabajadores, cliente y otros grupos e interés.
El sistema se basa en la integración de la gestión de las emisiones al interior de las organizaciones de manera orgánica, de la misma forma en que se supervisan la mayoría de los procesos productivos y administrativos. El sistema es personalizado para cada compañía, y permite llevar un monitoreo y seguimiento “en línea”; rápido, efectivo y de bajo costo sobre las brechas, oportunidades y logros alcanzados en esta materia.
Y si bien es cierto que la COP26 es fundamental para escalar los procesos de mitigación y adaptación contra la crisis climática, las empresas tienen un rol clave y deben actuar ahora ya. No quedan excusas para iniciar las gestiones sobre esta ineludible responsabilidad.
[1] https://www.ipcc.ch/report/sixth-assessment-report-cycle/
[2] https://unfccc.int/documents/306848
[3] https://sciencebasedtargets.org/
[4] https://www.fortheplanet.cl
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