Por: Margorieth Tejeira, directora Riesgos y Corporativo, LLYC
El Informe de Riesgos Globales del World Economic Forum y las principales intervenciones en el Foro de Davos 2023 han anticipado la palabra del año: “policrisis”. Una frase sencilla para resumir una situación compleja que afectará a todo el planeta que enfrenta un escenario en el que se combinan y entrelazan crisis ambientales (cambio climático), económicas (creciente inflación), la polarización política y social, y las confrontaciones geoeconómicas y geopolíticas.
Sin duda, este panorama obliga a las empresas a entender que estamos en “New Times” y necesitamos “New Rules” para seguir navegando en escenarios inexplorados. Aprovechar el gran impacto que tiene la sostenibilidad en la generación de confianza de las organizaciones. Confianza que se traduce en una buena reputación para la empresa, su principal activo del negocio.
La transformación social que se experimenta en los últimos años y el creciente aumento de la polarización de casi un 40% en Iberoamérica, de acuerdo al informe de LLYC y Más Democracia “The Hidden Drug: un estudio sobre el poder adictivo de la polarización del debate público», nos obliga a evaluar el cumplimiento de los criterios de sostenibilidad no solo como una oportunidad para las empresas, si no como un riesgos, ya que al no cumplirlas, se defraudan las expectativas de sus principales audiencias y eso impacta de manera directa su reputación.
Los criterios E (ambientales) S (sociales) G (gobernanza) T (rol de la tecnología) inciden cada día más en la toma de decisiones de empresas, gobierno, reguladores, inversionistas, consumidores. En este nuevo contexto los riesgos se entremezclan con las oportunidades.
No hay duda que la frontera de la sostenibilidad está en expansión y los factores ESGT serán clave para el desarrollo y medición del impacto y contribución del tejido empresarial a su entorno. La buena o mala calificación que tenga la empresa irá directa a su cuenta de resultados, donde la “intangible” reputación y sostenibilidad pesan más y se hacen más “concretas” a la hora de la valoración global de lo que es y hace cada organización.
La incertidumbre que provoca esta realidad, nos puede paralizar, pero si entendemos cómo operan las reglas del nuevo contexto, será más fácil preparar a la empresa para anticipar y gestionar los riesgos reputacionales relacionados al diseño y puesta en marcha de su estrategia de sostenibilidad.
Desde esta óptica, comencemos por lo menos con dos claves fundamentales. Primero: identificar, evaluar y valorar el impacto reputacional del cumplimiento o no de los criterios de ESGT relacionados al negocio o aquellos que ya están definidos en la estrategia.
Usando nuevas tecnologías y el big data realicemos proyecciones reales, que vayan más allá de la intuición humana. Es decir, utilicemos la base sólida de los datos, tendencias e hipótesis para anticipar escenarios plausibles. Que en este contexto de cambio, tal vez se concreten en algún momento y atenten contra la reputación y la propia vigencia del negocio.
Por ejemplo, así como en el proceso de doble materialidad buscamos ver de adentro hacia fuera y validar con las audiencias principales cuáles son los temas más relevantes. A través de un análisis estructurado de big data podemos identificar las temáticas potenciales relacionadas al negocio que se van acelerar en el futuro, identificarlas, medirlas, definir su probabilidad e impacto. Y así tomar decisiones basadas en datos para validar o modificar la estrategia de sostenibilidad.
Segundo: la comunicación, entendida desde la conexión con las audiencias principales de la empresa, que son impactadas o que esperan resultados en materia de ESGT, y no desde la mera óptica del reporte o rendición de cuenta; que, sin duda es importante, pero, que no genera ese engagement con las personas. Por un lado, hay que cumplir con los reportes, pero debemos entender que una lista de requisitos cumplidos con fotos y gráficas carece de emoción y la comunicación va de emociones.
En este punto se abren muchas oportunidades para las empresas, que en los últimos años se han quedado del lado del greenwashing (imagen engañosa) o del lado del greenhusing (ausencia de comunicación por precaución). Polos extremos que no favorecen la comunicación, conexión auténtica y creatividad que demanda la comunicación en materia de sostenibilidad.
Una excelente ruta para optimizar la comunicación es la reciente guía práctica “Comunicar Sostenibilidad y su Impacto en la Reputación” de Women Action Sustainability (WAS) y Corporate Excellence en la que nos recomienda 5 imprescindibles en la comunicación de la sostenibilidad: estratégica y transversal; transparente y coherente; con visión 360: foco interno y externo;clara y dinámica y multiplicadora y generadora de alianzas.
Los factores de ESGT, como la mayoría de los procesos, son una moneda de dos caras. De la organización y sus líderes dependerá si lo ven como un riesgo o como una oportunidad. La buena noticia es que, de acuerdo a los resultados del informe Approaching the Future 2023, la Sostenibilidad & ASG es la tendencia más relevante para los líderes y es la tercera en la que ya trabajan en sus organizaciones. El cambio sigue en marcha.