Salud Planetaria: un desafío para el desarrollo sostenible

Por: Luisa Fernanda Vallejo Giraldo, especialista en recursos hídricos.

A lo largo de la historia, el ser humano ha intervenido significativamente su entorno con el fin de adaptarse a este, garantizando su bienestar, desarrollo, y la prolongación de su especie. Los logros alcanzados son indiscutibles: la esperanza de vida se ha duplicado, la pobreza extrema pasó del 89% al 10%, y la mortalidad infantil disminuyó un 57% en los últimos cien años, pero, como consecuencia de las medidas implementadas para alcanzar dicho bienestar, el medio natural ha sufrido impactos innegables. Las poblaciones de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces se han disminuido un 94% en América Latina, el 25% de los ríos ya no llegan al océano debido a una sobreexplotación del recurso hídrico, se ha transformado aproximadamente el 40% de la superficie terrestre en áreas urbanas y agrícolas, entre otros. Hemos llevado al planeta hacia una nueva era geológica regida por los impactos de las acciones humanas sobre el medio ambiente natural: El Antropoceno.

En esta nueva era geológica, los sistemas de soporte a la vida están siendo alterados por la transgresión de unos límites dentro de los cuales el planeta conserva su estabilidad y resiliencia innata, y como consecuencia se da una afectación del bienestar y la salud de las personas, llevando a crisis sanitarias, sociales y económicas.

El Antropoceno y sus impactos asociados han incitado a un replanteamiento profundo del sistema de valores de las personas, llevando incluso a reevaluar los fundamentales de la economía y la política y a plantear soluciones transversales que apunten hacia una recuperación del equilibrio estable del sistema terrestre sin dejar a un lado el desarrollo humano y sus necesidades básicas.

Con el contexto anterior nace el concepto de Salud Planetaria, el cual se enfoca en la caracterización y cuantificación del impacto que tienen las alteraciones medioambientales causadas por el hombre en la salud de las personas, y en desarrollar soluciones que permitan a la humanidad y a los sistemas naturales de los que dependemos, prosperar ahora y en el futuro (Myers & Frumkin, 2020) mediante un trabajo transdisciplinario y holístico, que tiene en cuenta el sistema de valores y la espiritualidad de las personas para buscar respuestas desde diferentes disciplinas a preguntas trascendentales que reflejan la desconexión del ser humano con su entorno y lo que en este habita.

La salud planetaria se basa en unos fundamentales que direccionan el trabajo y la consecución de objetivos; estos según Myers & Frumkin son:

  • Reducir la vulnerabilidad es fundamental: Las comunidades que pueden construir un dique en respuesta a la subida del nivel del mar o climatizar sus casas durante una ola de calor, se encuentran en una mejor posición para afrontar los cambios que las que no pueden hacerlo. Aquí se habla sobre tener en cuenta que hay personas más vulnerables que otras, y que temas como la buena gobernanza, la riqueza, la solidez de la tecnología y la infraestructura o el capital social, pueden hacer la diferencia para afrontar esas vulnerabilidades, por lo cual se deben planificar e invertir en ellos.
  • Rol del poder político: El conocimiento sobre los problemas actuales que enfrentamos están resueltos en buena medida; sin embargo es necesario alinear las soluciones potenciales con los intereses políticos de los países, y apalancarlos a través de normativas que garanticen su ejecución y puesta en marcha.
  • Sorpresas y consecuencias imprevistas: Debemos trabajar bajo escenarios imprevistos de una forma eficiente y rápida cuando se presenten, para lo cual es necesario proyectar anticipadamente los impactos posibles más allá de las consecuencias obvias.
  • Pensamiento sistémico: Hacer énfasis en que las acciones se propagan y son la suma de innumerables acciones por parte de innumerables actores y por este motivo los impactos pueden ser contundentes y complejos, se trata sobre aceptar la complejidad de estos sistemas.
  • Nuevo terreno ético: Cada persona y sus acciones está conectada con el resto del mundo, cada decisión que tomamos afecta al resto de la población. El impacto de cada decisión individual es muy pequeña, o eso creemos, pero colectivamente es enorme.
  • Cuantificación de externalidades: Le da peso a la importancia de la cuantificación de los costos sanitarios, a la evaluación de los costos y beneficios de las actividades humanas, a los efectos de la transformación del medio ambiente sobre la salud y bienestar de las personas.
  • Hay ganadores y perdedores: Se hacen presas en los ríos y se queman combustibles fósiles para generar energía, pero la mayoría de las veces el contraste entre los que se benefician y los que pagan el precio, muchas veces en forma de la salud degradada, es muy marcado. Por este motivo es esencial hacer evaluaciones de impacto sobre la salud que evidencien compensaciones, distribución de costos y beneficios para diferentes grupos de interés y que aborden la equidad explícitamente a lo largo del tiempo.
  • Relación ser humano naturaleza: Se centra en evaluar y cuantificar los beneficios que la naturaleza proporciona a las personas, conocidos como servicios de los ecosistemas, y aplicar esta valoración a las decisiones económicas y políticas y darle importancia a la relación humana con lo natural y a la rentabilidad emocional que conlleva esta relación.
  • Ancestralidad y espiritualidad: Aquí juega un papel protagónico la espiritualidad y el sistema de valores de los seres humanos. En primer lugar, se plantea la pregunta ¿por qué el ser humano ya no le da importancia a lo verdaderamente importante? Esto se relaciona con una crisis espiritual, con el que algo debe haber cambiado en el interior del ser humano y, con la relación que este cambio interno tiene en la forma en la que nos respondemos preguntas sobre nuestro lugar en el mundo, el propósito que tenemos y nuestra relación con lo natural. En segundo lugar, la necesidad que surge de recurrir a las artes y las humanidades, a los miembros de las tradiciones religiosas, a las comunidades indígenas y al conocimiento ancestral para abordar las respuestas a estas preguntas de una forma no tradicional que nos reconecten con lo natural.
  • Esperanza y urgencia: Se están haciendo muchas cosas alrededor del mundo para revertir los cambios, y todos podemos y necesitamos hacer parte. Estamos viviendo en un momento decisivo en la historia de la humanidad y por eso ¡tenemos que actuar ya!

Cada persona que habita hoy el planeta y las que vendrán en las generaciones futuras están conectadas; por lo tanto, cada decisión que las personas toman en la cotidianidad sobre lo que comen, cómo se movilizan, dónde se van de vacaciones, qué consumen, cómo producen, si tienen o no una mascota, e incluso la elección del lugar donde viven afecta los sistemas naturales, sociales y económicos, y de esta manera repercuten en la salud y el bienestar de sus semejantes. El impacto de cada decisión individual es infinitesimal, pero colectivamente es enorme (Adaptado de Myers & Frumkin, 2020).

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